NAVIDAD EN EL CERRATO

 

Navidad. Turrón, celebraciones, reuniones familiares…y belenes.

Elena Diez Pérez, de Magaz de Pisuerga, es coleccionista de belenes desde hace más de 20 años.

Todo comenzó con los belenes que sus amistades y familiares le regalaban, sabedoras de lo mucho que a Elena le gustaban. Así, fueron llegando a sus manos belenes de los más recónditos lugares. Al ver que podía reunirlos en colección comenzó también a comprarlos ella misma, siempre buscando que representaran las más diversas culturas de todo el mundo, buscando que sean típicos de algún país, ya que al ser un elemento cultural en cada lugar tienen características propias.

 

 

exposición de belenes   belén esquimal

 

 

Siempre que va de vacaciones los va buscando, y dos veces al año va a Madrid a comprarlos. Los adquiere sobre todo en mercadillos, en los que los propios artistas venden belenes, y en tiendas de comercio solidario. También tiene contacto con otros coleccionistas.

Así, tiene belenes italianos; peruanos con los Reyes Magos en llamas; de Alaska, con personajes esquimales, etc. destaca como caso curioso por su originalidad uno en el que es San José quien tiene al niño en brazos.

 

    

 

Entre regalos y adquisiciones ya tiene cerca de 300 y su colección aumenta como mínimo en 10 unidades cada año.

En un principio se limitaba a guardarlos en el trastero, empaquetados. Pero sus amistades, sabedoras del tesoro cultural que guardaba en ese trastero, comenzaron a pedirle que les prestara algunos belenes para colocarlos en centros escolares o similares. Ello animó a Elena a ser ella misma quien hiciera una exposición en su pueblo. Cientos de belenes expuestos en una de las muestras más representativas de las diversas culturas del mundo. Con posterioridad los expuso en Palencia.

 

 

BELÉN VIVIENTE

Desde 1978 Cabezón de Pisuerga es escenario de un gran Belén viviente, con la participación de más de 100 personas además de burros y ovejas. La infraestructura (casas, castillos, posadas…) es toda artesanal, hecha con barro, madera, etc. sobre una maqueta de Dionisio Gómez Mera, y queda montada de un año para otro. En él se representan los oficios de la época cada uno con sus utensilios: alfareros con su torno y sus estanterías; panaderos, planchadoras con una cama en la que colocan la ropa planchada; carpinteros; herreros con una fragua, un fuelle, una bigornia, martillos…;curtidores; bodegueros con una prensa y un lagar; toneleros haciendo toneles, etc.

En muchas localidades los vecinos realizan y exponen sus propios belenes.

Podría destacarse el de Esguevillas de Esgueva. Se trata de un Belén monumental que se instala en el coro de la iglesia y cuya característica es recrear motivos del pueblo: la llegada de la Virgen y San José pidiendo posada trascurre por el Ayuntamiento, la fuente con el abrevadero de piedra, el matadero municipal que en su origen (1888) fue lavadero, etc. La idea, las figuras y la colocación son obra de María del Pilar Fijo, y la infraestructura (cascadas, tuberías, pesebre, etc.) de Julio Rojo.

 

    

 

 

En Calabazanos es ya clásica la representación en el monasterio de Nuestra Señora de la Consolación (conocido como monasterio de Santa Clara) del Auto del Nacimiento de Nuestro Señor, obra del siglo XV escrita por Gómez Manrique con la idea expresa de ser representada en este monasterio dado que allí estaba como vicaria su hermana, y desde entonces, hace casi 6 siglos, se lleva representando allí de forma ininterrumpida cada Navidad. 

Villovela de Esgueva celebraba una Adoración al Niño Jesús, y Fuentes de Valdepero una cena que reúne a todos los vecinos.

En Villamediana se cantaban las “redes”, estrofas críticas o sarcásticas destinadas a alguna persona concreta a quien querían criticar. La estrofa comenzaba con “y ahora echamos las redes por encima de…” y decían el nombre de la persona, para a continuación enunciar el hecho que se le recriminaba (si era el cantinero, haber dado el vino muy aguado, etc.).

En Hornillos de Cerrato los mozos tras la misa del gallo se reunían, cogían el primer carro que veían aparcado, le llevaban empujando hasta una era, le cargaban con paja y manojos de leña que los vecinos tenían preparada para encender las glorias, lo llevaban al atrio de la Iglesia y encendían una hoguera. Decían que era para calentar los pañales del Niño Jesús.

 

PAVO CON HACHE

En muchas localidades en Navidad se daban aguinaldos, en dinero o en comida.

En Antigüedad los pastores cantaban peticiones y villancicos a la puerta de sus jefes y estos les daban legumbres, frutas, una ración de matanza y un azumbre de vino.

En todo el valle del Esgueva a los niños les daban algo de dinero y nueces, castañas y uvas. Si ya eran mozos, les daban algo más.

También en Torresandino les daban a los niños aguinaldo. En Valbuena de Duero era a los cabreros. En Palacios del Alcor a las chicas les daba el cura una cazuela de castañas. En Villalaco daban un cestito de uvas y un trozo de tocino.

La empresa yesera de Hornillos de Cerrato solía enviar felicitaciones navideñas a clientes y autoridades. Para ello, el jefe, Cándido, se puso a dictar al escribiente, Serapio, la carta destinada al gobernador, indicándole que pusiera que junto con la carta le enviaban un pavo. En ese momento pasaba por allí un empleado y al oírlo dijo de guasa “pavo, con hache”, así que Cándido, convencido de que su empleado sabía mucho de ortografía, dijo “Serapio, pon pavo con hache”.

Para broma navideña, la acaecida en Torquemada. Ángel Vega, “Pepinilla” (dueño de la fábrica de gaseosas Vega, célebre por el slogan que las malas lenguas popularizaron: “gaseosas Vega, no hay quien la beba”), era propietario del bar Vega. Un día fue a tomar café a otro bar, el bar España, y pudo ver el número de lotería de Navidad que tenían a la venta. Y tomó nota. El día del sorteo puso un cartel en su bar indicando que el número agraciado con el premio gordo había sido ese. En una época en que no había televisión y únicamente dos vecinos tenían aparato de radio, nada hacía posible que los parroquianos dudasen de la veracidad, así que el bar España se llenó de vecinos, unos jubilosos por creerse agraciados y otros lamentándose de no haber cogido lotería. Pepe, el dueño del bar España, invitó a todos a bebida y aceitunas, y a los niños a jugar al futbolín sin meter la peseta que costaba. Cuando finalizó el sorteo se fue filtrando que el gordo no había sido ese número. No es difícil imaginar el cabreo de Pepe.