Al Cerrato no le faltan escritores de postín. El pasado día 8 de este diciembre, el baltanasiego Alfredo Baranda Calleja recibió en Santander, en el marco de la Gala de las Letras, el Premio Internacional Tristana de Novela Fantástica por su obra “Drácula. Apuntes biográficos”, que dos meses antes fue elegida por unanimidad como la mejor novela de entre 235 obras procedentes de España y América Latina, haciendo valer “su superior calidad de escritura narrativa, cultura literaria e invención fantástica, variando con gran originalidad sobre uno de los temas clásicos del género”, según reza el fallo.
“Drácula. Apuntes biográficos” da la vuelta a la figura del vampiro de los Cárpatos, cambiando de forma iconoclasta la orientación que le dio su creador, Bram Stoker.
 
Así, los miembros del jurado indicaron que la novela de Alfredo Baranda, con un rico lenguaje y mucha sorna, presenta al conde como un dandi cínico, arrogante y amoral, que va relatando la historia reciente a través de los amantes femeninos y masculinos que tuvo y, sobre todo, a través de la sangre que degustaba de personajes históricos como la Reina Victoria, Isabel de Baviera (Sissi Emperatriz) o Adolf Hitler.
 
El galardón está dotado con 6.000 euros y la publicación de la obra en la editorial Menoscuarto.
Alfredo Baranda, licenciado en periodismo, se inició en la literatura en el año 2002 con la novela “Apoteosis del cardo borriquero”, que relata de forma irónica la vida de un periodista en la época postfranquista, mezclando el tema periodístico con el policíaco, el sentimental e incluso el esotérico. Esta novela recibió un gran espaldarazo al ser objeto de análisis en el programa “El Ojo Crítico” de Radio Nacional de España.
 
Con posterioridad publicó “Vendrá la muerte y tendrá sus ojos”, conjunto de relatos independientes, incluso con estilo narrativo diferente, pero con cierta conexión, al tratar la zona oscura del alma, donde se mezcla lo real con lo irreal y va desgranando pulsiones como la lucha interior, el amor, sexualidad o el suicidio. De hecho el título está tomado de una poesía de César Pavese, poeta italiano que se suicidó.
 
También ha hecho su incursión en el género poético, obteniendo el primer premio tanto en un prestigioso certamen de Palencia, como en las famosas Justas Poéticas de Dueñas con la obra “De bálsamos y venenos”.
La conquista de América
 
Alfredo Baranda Calleja, que reside en Baltanás, donde nació en 1958, no es el único baltanasiego que se ha adentrado en el mundo de la literatura. Ahí tenemos a nuestro compañero de estas páginas, Fernando Franco Jubete, con sus libros de temática culinaria aderezada con interesantes anécdotas explicativas.
Y también a Tello Mañueco, que desde el bagaje que le da su licenciatura en Historia ha publicado dos libros referidos a la conquista de América.
 
El primero, en 2006, “Diccionario del Nuevo Mundo. Todos los conquistadores”, sobre la vida y andanzas de 250 participantes en la conquista de América.
 
El segundo, en 2015, “No eran dioses. Curiosidades de la conquista de América”, recopila curiosas anécdotas acontecidas desde la llegada de Cristóbal Colón hasta finales del siglo XVII que ayudan a entender la conquista desde el lado humano de las expediciones compuestas mayoritariamente por hombres (las mujeres tenían prohibido ir, salvo las esposas de conquistadores y colonos) pobres y desheredados que no tenían nada que perder y que en el horizonte tenían el objetivo de encontrar la riqueza, El Dorado. Así, el libro explica cómo un número muy pequeño de hombres logran someter a un continente de 35 millones de personas con imperios tan ricos como el azteca o el inca, según indica Tello Mañueco.
 
Las calamidades que pasaron estos conquistadores (muertos por frío, por sed, por canibalismo, ahogados en el mar, devorados por fieras, en enfrentamientos tanto con aborígenes como con otros conquistadores, etc.), y también las atrocidades cometidas (no solo por españoles, también por conquistadores de otros países) que supusieron el exterminio del 90 % de los aborígenes tanto por acciones directas como por epidemias.
 
Tello Mañueco destaca anécdotas como la de Gonzalo Guerrero, que tras ser capturado por los “indios” se casó con la hija de un cacique, con la que tuvo descendencia, y no quiso ser liberado cuando llegó Hernán Cortés, pues se consideraba miembro de un nuevo pueblo, con el que compartió incluso tatuajes, muriendo en Yucatán a manos de españoles.
 
O la del segoviano Pedro Arias Dávila (conocido como “Pedrarias” al unir nombre y apellido), que antes de embarcarse sufrió una catalepsia y dado erróneamente por muerto fue enterrado, despertándose en pleno funeral. Por ello en su expedición a América llevó un ataúd, para en los sucesivos aniversarios del suceso, y también en ocasiones especiales, rememorarlo haciéndose enterrar y oficiar un ficticio funeral, como agradecimiento divino a tamaña resurrección y poder decir altaneramente “Don Pedro Arias no teme a nada, ya murió y a la misma muerte venció”. “Pedrarias” fue uno de los más despóticos conquistadores, siendo Gobernador de Panamá, según cuenta Mañueco.