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         El  Registro Notarial de Castrillo Tejeriego de 1334-1335.

           

             (El más antiguo de la antigua corona de Castilla y León

              y uno de los más antiguos de España.)

 

 

 

Ayuntamiento de Castrillo Tejeriego.

 

 

Recientemente ha sido encontrado  en el Archivo de Chancillería de Valladolid (antiguo Tribunal Supremo hasta el siglo XIX) por el Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid Carlos Manuel Reglero de la Fuente un valioso y antiguo Registro Notarial de un notario de la época (1334-35) que ejercía su profesión en Castrillo Tejeriego.

 

La particularidad es que se trata de un hallazgo excepcional pues es el registro notarial conocido más antiguo de la antigua corona de Castilla y León, es decir de casi toda España, excluida la zona de Levante (Valencia y Cataluña). Además contiene un apreciable volumen de documentos, si se tiene en cuenta  la escasa información notarial conservada de dicha época.

 

Para hacernos mejor idea de su antigüedad, en Madrid el primer registro notarial conservado es de 1441, por tanto tiene cien años menos que el de Castrillo. En Castilla y León hay uno de Dueñas que es de 1412 y en Cantabria, el de Santillana del Mar es de 1419. En Andalucía el más antiguo es de 1382 y corresponde al municipio de Torres (Jaen). 

 

 

Se trata de un total de 166 documentos notariales, o mejor notas o resúmenes de escrituras, tomadas entre el 28 de enero de 1334 y el 7 de mayo de 1335 y redactadas por el escribano público (notario) de aquella época  Gonzálo Pérez que ejercía su profesión en Castrillo Tejeriego englobando las funciones que hoy ejercen los notarios (para los documentos de los particulares), los secretarios judiciales o letrados de la administración de justicia y también las de los secretarios de ayuntamiento, pues además era escribano público del concejo de Castrillo, seguramente nombrado por el señor de Castrillo, en aquella época el Obispo de Osma.

 

 

Su importancia deriva no sólo de su antigüedad sino de que estos documentos notariales contienen bastante información sobre habitantes y medios de vida en el Castrillo Tejeriego de aquella época, hace ya casi 700 años, y nos permiten conocer detalles de la vida de sus habitantes.

 

 

 

Hasta el momento se han publicado dos trabajos.

 

El primer trabajo es el de su descubridor, el mencionado catedrático Reglero de la Fuente  denominado Crédito, acreedores y deudores en un pueblo castellano: Castrillo Tejeriego (1334-1335) y se centra en el examen de los negocios jurídicos escriturados, fundamentalmente los préstamos de dinero o de alimentos.

 

 

El resumen de dicho artículo es el siguiente:

 

El registro notarial de Castrillo Tejeriego permite conocer el crédito en un pueblo castellano en 1334-1335, coincidiendo con una importante carestía. Domina la forma más sencilla de deuda, el mutuum, aunque también hay noticias del commodatum. Se trata fundamentalmente de deudas entre cristianos, a corto plazo, que se pagan con la nueva cosecha. La mayoría están ligadas a ventas a crédito de alimentos, pero también derivan de la compra de tierras, de arrendamientos o del pago de tributos. Los principales acreedores, al margen del señor del lugar, comerciaban con cereal, mientras que entre los deudores figura un variado elenco de clérigos y campesinos, de muy diversa solvencia. Las deudas muestran además la solidaridad familiar y vecinal a través de préstamos, fianzas y mancomunados.”

 

El segundo trabajo es el del profesor de la misma Universidad Mauricio Herrero Jiménez,   titulado     Palabra de notario: el  registro de Gonzalo Pérez, escribano de Castrillo Tejeriego (1334-1335).

 

El resumen de dicho artículo es el siguiente : 

 

En este trabajo damos noticia del hallazgo en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid del registro notarial escrito en 1334 y 1335 por Gonzalo Pérez, escribano público de Castrillo-Tejeriego (Valladolid). Se presentó en 1520 en la Chancillería de Valladolid porque era testimonio de la firmeza y legalidad que proporcionó el notario al registro en el primer tercio del siglo XIV. El registro notarial de Gonzalo Pérez de Castrillo-Tejeriego es el más antiguo de los registros conocidos de Castilla.

 

 

 

De ambos artículos extractamos, como resumen, la información siguiente:

 

SOBRE EL REGISTRO NOTARIAL DE CASTRILLO

 

Los documentos notariales encontrados no son propiamente escrituras, sino la transcripción en un libro de registro de las notas previas que tomó el notario (antes denominado escribano) y que le sirvieron de base para la elaboración de las escrituras que se entregaban a las partes. Es decir, el escribano anotaba lo que querían las partes, y luego transcribía la nota o resumen en el libro, que firmaban las partes, pues los originales  no empezaron a conservarse por el notario, formando el protocolo notarial que hoy conocemos, hasta 1503 en que una Ordenanza de Isabel la Católica estableció su obligatoriedad. Finalmente redactaba el documento completo, y, una vez firmado por todos y por el escribano, se lo entregaba a las partes

 

SOBRE EL LUGAR DEL HALLAZGO : LA CHANCILLERÍA DE VALLADOLID.

 

 

Los originales de dichos documentos no se conservan ahora en Castrillo pero sí se conservaban en 1520 pues probablemente estaban en poder del escribano que ejercía en Castrillo en esos años  ya que el 9 de Octubre de 1520 se aportó el propio Libro de Registro a un pleito en Chancillería en el que los demandantes eran Alonso Recio, Martín Escribano y otros vecinos de Castrillo, hasta un total de 39 vecinos, y el demandado era Juan Velázquez, propietario de La Sinova, y señor de Villavaquerín, que había sido antiguo Contador Mayor del Reino (algo así como ministro de Hacienda de la época) .

 

De dicho original se sacó una copia o “traslado” para la otra parte pleiteante que constaba de 29 “fojas” y contenía el texto de  las 166 notas de escrituras, entre las que interesaban al pleito las que daban noticias de compraventas de tierras en La Sinova en esos años de 1334 y 1335, y que pretendían demostrar que no todo el término de La Sinova era propiedad (en aquella época) del Monasterio de Silos sino que también había tierras de particulares que se compraban y vendían, por lo que Juan Velázquez que había comprado La Sinova al Monasterio hacía unos 20 años tenía que respetar esas fincas privadas que no eran suyas.

 

El término de La Sinova, entonces una aldea con su Iglesia y moradores, había pertenecido al Monasterio de Silos, y ahora era de Juan Velázquez, pero dentro del término había tierras particulares que no eran del Monasterio, pues se heredaban, se compraban y se vendían ya en aquella época. Juan Velázquez entendía que la compra que habìa hecho incluía todo el término y por ello no había respetado las tierras de particulares de Castrillo y les había arrebatado violentamente la posesión a estos vecinos en 1513, los cuales eran propietarios de esas tierras particulares en término de La Sinova desde hacía generaciones. Por esta razón le pusieron pleito en Valladolid, en Chancillería, el 9 de Julio de 1515, y muy pronto, el 14 de Marzo de 1516, presentaron un registro notarial original del escribano de Castrillo con diez apuntamientos o notas de ventas de tierras de La Sinova en esos años de 1334 y 1335.

 

Desgraciadamente los de Castrillo perdieron el pleito en la sentencia de vista (en 1520) y en la de revista (de apelación) pero los jueces no se molestaron en argumentar su razones, pues solo escribieron el fallo o sentencia a pesar de las pruebas fehacientes de que las tierras eran de particulares desde hacía más de 200 años y de que se compraban y heredaban. Este Juan Velázquez  tenía fama de poderoso y de tener mucha influencia en Valladolid.

 

 

ALGUNAS ESTIMACIONES DE DATOS DE CASTRILLO EN AQUELLA ÉPOCA.

 

Castrillo Tejeriego era una villa de cierta importancia en aquellos años porque tenía un castillo en uso, al frente del cual estaba un Alcaide. Era de tamaño superior a la mayoría de los pueblos cercanos, según resultan de las "raciones" para clérigos de la Iglesia de Santa María Magdalena, que a su vez se establecían en función de los llamados diezmos eclesiásticos, es decir la décima parte de los productos de la tierra que todos los habitantes tenían que entregar a la Iglesia.

 
Para hacernos una idea del tamaño  de Castrillo en relación a los pueblos vecinos  el importe total de las retribuciones a dichos eclesiásticos se estimaban en Castrillo en 6,5 raciones. Olivares tenía 3,41 raciones, Villafuerte (llamado entonces Bellosiello) 3,75, Valbuena, 2,08, Villavaquerín 3,25,  Tudela 5 raciones,  Piña 4,25, Quintanilla de Yuso (de Onésimo) 3,25.
 
Villabáñez tenía un número igual de clérigos y raciones que Castrillo, aunque tenía dos iglesias, y solamente Esguevillas la superaba con 7,25 raciones al tener un diácono y un subdiácono más que Castrillo.
 
Con esas raciones Castrillo mantenía a 13 eclesiásticos al servicio de la Iglesia: cuatro sacerdotes, de los que uno era el superior o cura (es decir el encargado principal de la cura o cuidado de las almas), un diácono (escalón anterior al de sacerdote: no podía decir misa, pero sí administrar algunos sacramentos) dos subdiáconos (grado inferior a diácono) y seis graderos (es decir, que tenían el primer grado en la carrera sacerdotal).

 

Se estima su población en unos 100 ó 150 vecinos, equivalente a unos 400 a 600 habitantes, de los que unos 70 vecinos tenían cierto nivel económico pues eran “pecheros”, es decir que pagaban impuestos, y de ellos había 25 labradores propietarios de bueyes, que eran los animales con los que se labraba la tierras en la época, pues su sustitución por mulas y machos vino mucho después, a partir de 1600.

 

SOBRE LOS NEGOCIOS JURIDICOS DOCUMENTADOS.

 

La mayoría de los asuntos son reconocimientos de deuda o préstamos hasta un total de 69 (en poco más de un año) pues sus habitantes estaban en una situación apurada. Los firmantes no solo eran de Castrillo, sino también de los pueblos vecinos. Hay que tener en cuenta que la cosecha del año 1331 fue mala y la de 1333 pésima por lo que muchos tuvieron que acudir a pedir prestado grano o dinero para sobrevivir, con la obligación de devolverlo con las nuevas cosechas.

 

Consecuencia de esas malas cosechas fue la subida de los precios, pues una “carga” de cebada, cuyo precio era usualmente de unos 8 maravedíes llegó a subir hasta 64 en el mercado de Peñafiel, por tanto un 800% en los momentos de máxima necesidad. 

 

La carga era una medida que se ha venido utilizando hasta bien entrado el siglo XX y consistía en lo que podía transportar una bestia de carga, que se estimaba en un volumen de 222 litros (algo así como dos sacos grandes de los utilizados hoy para envasar el cereal, o dos talegas alargadas), por lo que si lo que se transportaba era trigo pesaría unos 170 kilos y menos si era cebada o centeno. La carga se dividía a su vez en cuatro fanegas o 14 heminas, aunque en Castrillo cada carga tenía 13,5 heminas (unos 12 kilos de trigo cada hemina), ignoramos porqué, quizá porque el recipiente de madera que servía de modelo (en poder de uno de los vecinos) era algo más grande que el de otros pueblos.

 

Pero como los males no vienen solos, hubo una fuerte inflación de la moneda y además Castrillo se vio afectado por los enfrentamientos de señores de la época, concretamente de don Juan Manuel, señor de Peñafiel y de otros muchos lugares, y Juan Núñez de Lara, señor de Lara, que desde Lerma vino por esta comarca haciendo fechorías, pues se había rebelado contra el Rey.

 

En su "rastro" (que ha de entenderse dentro del grupo o cabalgada) venía Juan Fernández que robó a dos vecinos en Villavaquerín que lo denunciaron; en Castrillo ese grupo robó y se llevó todo el rebaño de ovejas de la ermita de Capilludos (se entiende de la cofradía de Capilludos) el 24 de abril de 1334 y otros rebaños más. Eran tiempos revueltos y el alcalde ya había advertido de esta posibilidad un mes antes por lo que, previsoramente, se llevó su rebaño a Tudela, al menos una parte.

 

Además, sus habitantes tuvieron que aportar determinadas cargas de pan (es decir de trigo) por medio del Concejo para perseguir y defenderse del dicho Juan Núñez, se supone que pagando por ello a su perseguidor, para lo que se vieron obligados a pedir nuevos préstamos.

 

VENTAS Y PRÉSTAMOS.

 

Lo que se recoge en dichos documentos son sobre todo ventas o préstamos de cereal y también de tocinos, (es decir carne de cerdo curada excluidas las vísceras y el lomo) que debían ser pagados o devueltos en San Antolín (2 de Septiembre) o en Santa María (15 de Agosto), por tanto cuando ya se había recolectado toda o parte de la cosecha de cereal.

 

Hubo hasta un total de 19 prestamistas (los que daban el dinero), la mayoría de Castrillo, pero también de otros pueblos vecinos como Quintanilla, el obispo de Osma e incluso un judío de Peñafiel llamado don Creciente. De los de Castrillo destaca Benito Sánchez que prestaba cereal (11 veces) y dinero (20 veces). No tenía bueyes, pero sí tierras en Castrillo. El segundo acreedor era Domingo Martín, cura y clérigo de Castrillo. Ruy Pérez, hijo del escribano Gonzalo Pérez es otro prestamista y Maria Pérez, "freira" de Capilludos (algo así como ermitaña o monja al servicio de la virgen). También interviene prestando el Alcaide (del castillo) llamado Ruy Martinez.

 

En cuanto a los deudores, su número era de casi 100, de los que apenas la mitad eran de Castrillo y los otros de los pueblos cercanos: Villanueva de los Infantes, Piña, Esguevillas, Amusquillo y Villafuerte. También de Tudela, Villavaquerín y La Sinova. En el valle del Duero venían desde Peñalba, Quintanilla de Yuso (hoy de Onésimo), Valbuena de Duero y más allá desde Piñel de Abajo.

 

También era deudor el Concejo de Castrillo con don Creciente, el judío de Peñafiel y con el Obispo de Osma El concejo se vió en una mala situación pues el Alcaide del castillo le reclamó un tributo, llamado el "pecho forero", que tenía que pagar el concejo por Pentecostés (el 15 de Mayo) al señor del castillo, entonces el Rey. Como el concejo no pagaba el alcaide ordenó, como medida de presión, cerrar las puertas de la villa de forma que nadie podría entrar ni salir del pueblo. La puerta de Abajo o del Pilar o del Arco, estaba al final de la calle Real, más estrecha en ese punto, entre el actual bar Maribel y la pared de enfrente. La de Arriba debía de estar al final de la calle Mayor, antes de la actual carretera de Villafuerte.

 

Posiblemente el alcaide ordenó que otras personas se llevaran a la fuerza 27 bueyes como prenda (garantía) del pago, aunque es posible también que los robara el grupo del mencionado noble Juan Núñez de Lara.

 

De todos los datos anteriores resulta que Castrillo era un pequeño centro comarcal, al menos en lo que se refiere al tema de los préstamos, pues venían de otros pueblos cercanos a que les prestaran grano o dinero.

 

 

ALGUNOS NOMBRES DE HABITANTES EN 1334-1335.

 

Benito Sánchez vecino de “Castriell Traseriego”, era hijo de Martín Pérez,  y realizó un total de ocho compras de tierras en La Sinova, una de ella a Domingo Martín, de “Villa Vacrin”, hijo de Abril Seniza consistente en dos tierras, una de cuatro obradas todas en término de Sinova en el Valle Xaramiell.

 

Otras de las compras las hizo a vecinos de La Sinova, en aquella época habitada.

 

El precio en todos los casos se fija en maravedís y se completa con ovejas.

 

Domingo Martín, clérigo de Castrillo, compró a Yagüe, vecino de Villavaquerín, y a María su mujer, y a su hijo Fernando, tres tierras en La Sinova por las que pagó 200 maravedíes y 10 ovejas vivas y sanas. 

 

Pedro Bermejo, de “Castriello”, también compró tierras en La Sinova a Góme Fernández , hijo de Fernando Pérez, de Vega de Vallepero (Valdepero, en Palencia), y a su mujer doña María vecinos de este lugar.

 

PAGOS DE LA SINOVA EN 1334 y 1335.

 

En ocasiones se cita el pago donde se encuentas esas tierras: así por ejemplo en los pagos de Valdespino o Traspalacio o La Pontecilla o El Molino, o a los Cañamares de la Puente  o junto al cauce del Camino de “Valladolit”. Y también cerca del casco del pueblo,  por debajo de la iglesia de San Pedro.

 

En aquel entonces La Sinova tenía dos iglesias, que estaban cerca entre sí: la de San Pedro y la de Santa  Marina, que tenían ambas pila bautismal. Cuando se deshabitó La Sinova los habitantes que se trasladaron a vivir a Castrillo (muchos fueron apellidados por ello de Sinova o simplemente Sinova) trajeron la imagen de Santa Marina a Castrillo y con ella erigieron un altar en la iglesia de Castrillo y fundaron la Cofradía de Santa Marina, que existía todavía hacia 1550.

 

Esperamos en breve plazo la publicación de un estudio exhaustivo de dicha documentación por los mencionados profesores que nos proporcione más información y detalles de la vida de los habitantes de Castrillo en aquella época, hoy tan lejana.

 

 

Finca de La Sinova