Julio Redondo Casado, nacido en 1920 en Villafuerte de Esgueva, fue un niño especial.
Como era habitual, ante la más mínima dolencia intestinal le daban aceite de ricino, lo que le hizo tener un miedo exacerbado a los médicos. Por ello, un día que se cayó jugando en el corral con su hermano Gregorio y se hizo una brecha en la frente al darse en la cabeza contra una piedra, tras oír a su madre, Leonides Casado, asustada al ver manar tanta sangre, decir “avisad a don Juan” (el médico), salió corriendo. Le buscaron por todos lados: bodegas, pajares… y no apareció hasta que por la tarde su padre le preguntó a un pastor que venía con las ovejas, quien dijo haberle visto en un basural. Cuando llegaron, allí estaba, dormido, con un puñado de moscas en la cara chupándole la sangre que le caía de la frente.
La primera vez que salió del pueblo, con 4 ó 5 años, fue para ir a Palencia a la consulta del famoso oftalmólogo Díaz Caneja. Junto con su madre, fueron en burro. Salieron a la una o las dos de la madrugada, atravesaron el Valle del Esgueva, el monte de Alba (oyendo aullar a los lobos), Cevico de la Torre y Tariego, donde pararon en la posada, y luego de allí a Palencia a pie.
Su madre le enseñó a leer siendo muy pequeño, con cuentos de Calleja. Cogió tal afición que con 3 ó 4 años iba a la escuela y se apostaba en la puerta para escuchar lo que se decía, sin poder entrar porque hasta que no tuviera 6 años no le admitían. Y allí en la puerta esperaba a que saliera su hermano Gregorio. Pero su madre habló con Don Manuel, el maestro, y el día siguiente le dijo, “entra Juliete”. Y se incorporó a las clases, sentándose en el banco corrido en el que estaban los más pequeños. En las escuelas los niños estaban todos en el mismo aula, y los más mayores se encargaban de enseñar a los pequeños. Críspulo, uno de los mayores, comprobó con asombro que Julio ya sabía leer. Desde ese mismo instante le colocaron con los mayores.
Pero lo que caracterizó a Julio fue su militancia carlista, al igual que su familia, que recibía asiduamente visitas de Tomás, el hijo de un capitán del ejército de Carlos VII.
En 1942 fue detenido por primera vez, pasando varios días en los calabozos del Gobierno Civil. Tras salir, recibió una carta en la que se le comunicaba que Falange Española Tradicionalista y de las JONS le había dado de baja por desafecto al régimen. Noticia que recibió con asombro, ya que él no se había dado nunca de alta. Con ese documento preparaban el camino para lo que vendría después: estando estudiando 2º de Derecho en Valladolid, un día el conserje le dijo que el rector, Cayetano de Mergelina y Luna, quería hablar con él. Era para comunicarle que por orden del Gobernador, Tomás Romojaro Sánchez, desde este momento tenía prohibida la entrada a la Universidad.
Tampoco le permitían ejercer la enseñanza, pese a que con anterioridad había cursado Magisterio, pues para ser maestro era imprescindible ser adicto al Movimiento. Sin embargo un inspector de enseñanza, cuyos hijos eran también carlistas, del mismo grupo que Julio, le dijo que si el párroco le firmaba un certificado de buena conducta le buscaría una plaza de maestro en la provincia de Burgos. Y así fue destinado a Iglesiarrubia.
El 7 de enero de 1945 fue a Burgos a recoger la documentación y después se dirigió a la estación de autobuses, pero le dijeron que no había coche a Roa, así que tuvo que coger el de Aranda de Duero para bajarse en Quintanilla de la Mata y luego ir a pie por la carretera de Villafruela, bajo una impresionante nevada y sin conocer el camino. Se encontró con una cuadrilla de presos políticos que estaban construyendo la vía férrea Madrid-Burgos, custodiados por funcionarios de prisiones. Les preguntó y le indicaron que tenía que ir por un camino sin asfaltar.
Finalmente llegó a un pueblo, llamó a la primera puerta que encontró para preguntar si era Iglesiarrubia. Le confirmaron que sí y le acompañaron a casa del alcalde, Laureano, que le dio un vaso de leche y alojamiento esa noche. El día siguiente, tras tomar posesión de su plaza, el alguacil y un concejal le enseñaron por dónde había llegado la noche anterior: se veían sus pisadas sobre el arroyo helado. Julio estaba seguro de que le dieron ese destino, incomunicado, por su desafección con el régimen.
En Iglesiarrubia, Julio Redondo trabajó dando clase no solo a los niños, sino también a adultos por las noches, sin luz. Era costumbre que los domingos después de comer, el maestro, el médico, el alcalde… fuesen a la casa del cura a jugar la partida a las cartas; él fue un par de domingos pero luego ya no quiso volver, alegando que él era joven y se iba con los jóvenes al baile, cosa que no gustó.
En el baile conoció a una chica, Dorotea, pero cayó enferma de tuberculosis y murió; ella era consciente de su final, pues le dijo “cuando vuelvas ya no estaré aquí”, y así fue: Julio tenía que ir a Valladolid a hacer un trámite para poder presentarse a oposiciones para obtener plaza fija, y cuando volvió Dorotea ya estaba enterrada. Con posterioridad en el baile intimó con Asunción Revilla López, con la que se casó meses después.
Posteriormente fue destinado a Santoña, cuyo colegio recibió la visita del Director General de Primera Enseñanza, Joaquín Tena Artigas, que “misteriosamente” solo visitó la clase de Julio, al que al despedirse le preguntó “¿usted de joven tuvo algún problema en la Universidad?”. Ante la respuesta afirmativa de Julio, Tena le dijo “pues ahora si quiere puede usted volver a la Universidad, que no va a tener ningún problema”. Y así fue como terminó la carrera de Derecho, con 50 años.
En Santoña organizó el carlismo, hasta el punto de que la familia real carlista se interesara por él, como acreditan los documentos y cartas recibidas de Javier de Borbón, Carlos Hugo, etc.
Cecilia de Borbón, hermana de Carlos Hugo, le envió cartas convocándole a reuniones, que se hacían en una finca en el sur de Francia, tras ser expulsados por Franco. Así fue testigo del acto en el que Javier de Borbón-Parma cedió sus derechos dinásticos a su hijo Carlos Hugo, el 20 de Abril de 1975.
Con posterioridad mantuvo entrevistas con Carlos Javier, hijo de Carlos Hugo, y otros miembros de la familia.
El 9 de Mayo de 1976 se encontraba presente en los sucesos de Montejurra. Desde 1939 los carlistas celebraban un acto en este monte navarro en recuerdo de los requetés caídos, pero Carlos Hugo había dado al carlismo un enfoque progresista y federalista (de hecho el Partido Carlista se integró en la Coordinadora Democrática) que encontró respuesta en su hermano Sixto, partidario de mantener al carlismo en los postulados tradicionalistas y pro franquistas. Por ello los partidarios de Sixto, apoyados por ultraderechistas españoles, italianos (Red Gladio) y argentinos (Triple A), dentro de la denominada Operación Reconquista, la emprendieron a tiros con los presentes en Montejurra, provocando dos muertos y varios heridos.
El 4 de noviembre de 2004 es nombrado Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscripta. En la carta recibida puede leerse lo siguiente: “Mi querido amigo. Desde hace tiempo quería darte una prueba de mi aprecio por la lealtad que siempre has mostrado a la causa que como sucesor de mi padre represento. He decidido nombrarte Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscripta, creada en 1923 por mi antecesor, el Rey Don Jaime, y quiero que ostentes en tu pecho esta cruz, símbolo de servicio y lealtad. Por la presente vengo pues a conferirte la dignidad de Caballero de esta Orden, no dudando de que con ello cumplo un deber de justicia y agradecimiento. Bruselas, 4 de noviembre de 2004. Firmado por Carlos”.
La Orden de la Legitimidad Proscripta había sido creada el día 16 de abril de 1923 por Jaime de Borbón y Borbón-Parma, pretendiente al trono español, para reconocer a sus seguidores su lealtad y compensarles por las persecuciones sufridas. Los Grandes Maestres de la Orden fueron los sucesivos aspirantes dinásticos carlistas.
Este nombramiento supone la máxima distinción honorífica para los carlistas, y va acompañada de una insignia con la Cruz de Covadonga colgada de una cinta con barras verticales negras y verdes, colores que representarían el duelo del destierro y la esperanza del triunfo respectivamente. Entre las personas que la recibieron se encuentra Ramón María del Valle Inclán, a quien le fue concedida el 22 de abril de 1931.
Unos años antes de morir Franco se presentó a las elecciones para Procurador en Cortes, compitiendo con gente como Santiago López y otros de la Falange. Tuvo que recoger miles de firmas para poder presentarse. En el escrutinio le invalidaron muchos votos, y no salió elegido pese a que en muchos barrios le habían votado en masa. En su pueblo, Villafuerte, se anuló la votación en su totalidad debido a que “el candidato Julio Redondo ha obtenido 2 votos más que votantes había”, lo que quiere decir que en su pueblo le había votado todo el mundo e incluso alguien le había votado dos veces.