G).- LA EDAD MODERNA. (1500-1800 d.C.).

 

 

  1.- LOS SEÑORES. 

 

Los nietos de Doña Francisca de Castañeda, afincados en Sevilla, la vendieron en 1503 a Don Bernardino Fernández de Velasco, Condestable de Castilla y Duque de Frías, uno de los Grandes de Castilla, casado con una hija de Fernando el Católico, cuya casa principal radicaba en Burgos, en la llamada Casa del Cordón.

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De dicho señor, fallecido en 1512, pasó la villa a una rama de sus hijos no matrimoniales (bastardos en la terminología de la época), los Velasco. La villa les fue dejada como cabeza principal de una serie de poblaciones menores, como Revilla de Campos (en Palencia) o Salazar de Amaya (en Burgos), formando el conjunto de bienes un “mayorazgo”, es decir un lote que debía de pasar íntegro al mayor de los hijos, varón.

 

Comienza una época en la que dichos señores estaban muy vinculados a Castrillo, pues residieron de forma permanente o pasaban largas temporadas en Castrillo, primero en la llamada Casa del Conde, de la cual sólo quedan restos de sus cimientos en la actual calle Duque; luego en la casona o Palacio con capilla que mandaron hacer a las afueras del pueblo, después arruinado, y del cual no quedan ya ni los cimientos.

El primero de dichos señores fue Don Bernardino de Velasco, que debió de residir largas temporadas en la villa, pues su mujer Doña Catalina Guevara de Velasco era muy devota de la Virgen, a la que hizo frecuentes donaciones, y puso un capellán permanente para decir misa. De esta época seguramente es el retablo de la ermita, de Antonio Vázquez, regalado posiblemente por dicha señora o su esposo.

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Luego continuó con el señorío su hijo Don Juan de Velasco desde 1554 hasta 1577. Seguramente en esa época inauguró el Palacio y capilla anexa. Aunque vivía en Palencia, sabemos que tenía casas en Valladolid con su huerta y vergel (en el campillo de San Nicolás), y que venía frecuentemente a Castrillo a cazar en su Dehesa. Tenía una lavandera y un montanero, además de numerosos rebaños de ovejas y tierras.

A Don Juan de Velasco le sucedió su hijo Don Bernardino de Velasco en 1577, que consiguió luego del rey Felipe II en 1592 el título de Conde de Salazar, y estuvo muy vinculado a la historia de Castrillo. Era también conde de Castilnovo por herencia.

 

 

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Tuvo una relación de amor-odio con Castrillo y sus habitantes, pues tuvo que pleitear contra el Concejo (Ayuntamiento), ya que no lo reconocían como señor, pues consideraban que se estaba excediendo en sus derechos. Hubo varios episodios de mucha tirantez y una especie de motín en la zona de la Plaza del Caño actual, que acabó con alguno de sus habitantes detenidos por los soldados del Conde y llevados a su Palacio. Finalmente consiguió sus derechos, pero a costa de pagar una buena cantidad de dinero al Rey Felipe II.

Fue muy famoso en la historia de España porque en 1609 fue el encargado de expulsar por orden del rey a los moriscos (españoles de religión musulmana en el Sur de España) que continuaban viviendo con su religión y costumbres. Es citado por ello en El Quijote por Cervantes con gran simpatía en el episodio del morisco Ricote, de Murcia.

 

 

–No –dijo Ricote, que se halló presente a esta plática– hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas; porque, aunque es verdad que él mezcla la misericordia con la justicia, como él vee que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa que del ungüento que molifica; y así, con prudencia, con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso desta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que, como raíz escondida, que con el tiempo venga después a brotar, y a echar frutos venenosos en España, ya limpia, ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la tenía. ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inaudita prudencia en haberla encargado al tal don Bernardino de Velasco!...”

 

Ocupó importantes cargos en el ejército y llegó a ser Presidente del Consejo de Hacienda en 1619, algo así como Ministro de Hacienda.

 

 

Era famoso por su fealdad, al igual que su mujer, Doña María Lasso de Castilla, y por ello fue objeto de burla por el Conde de Villamediana con unos versos satíricos.

 

 

Don Salazar de Legaña
dijo a doña Chirimía:
"Sed mora, señora mía,
para que os echen de España"

 

 

Doña Chirimía era supuestamente su esposa. Y no contento con ello les dedicó los siguientes:

 

Al de Salazar ayer
mirarse al espejo vi
perdiéndose el miedo a sí
para mirar a su mujer.

 

Murió el 29 de Marzo de 1621 en Madrid, el mismo día que el Rey Felipe III, y fue trasladado con gran pompa a Castrillo para ser enterrado en la tumba situada en una cripta, debajo del altar mayor de la Iglesia del Convento de Santa Ana que había fundado en Castrillo, junto a su Palacio.

 

Del primer Conde de Salazar pasó en 1621 el señorío de la villa a su hermano Don Luis de Velasco, General de la caballería de los tercios españoles en Flandes, y a sus sucesores que ostentaron parecidos cargos siempre en Flandes (Bruselas). Don Luis de Velasco había ganado el título de Marqués de Belveder en 1616 y fue famoso porque participó en la famosa rendición de Breda, en Holanda en 1625.

 

 

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Posiblemente es uno de los personajes que aparecen en famoso cuadro de Las Lanzas, de Velazquez, junto a Ambrosio de Spínola.

 

 

 

 

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Don Luis de Velasco, que se había casado con una dama Flamenca (belga diríamos hoy) Anna de Henin, murió en 1626 y fue enterrado en el convento de las Carmelitas de Bruselas.

Le sucedieron tres de sus hijos, que, aunque vivían en Flandes, eran Condes de Salazar y señores de Castrillo:

Entre 1626 y 1632 su hijo Jacinto de Velasco y Henin, que murió en combate en Flandes. Fue Maestre de Campo y General de Caballería.

Entre 1632 y 1637 le sucedió su hermano, Felipe Alberto de Velasco y Henin, también soldado en Flandes.

Entre 1637 y 1678 el tercer hijo, don Juan de Velasco y Henin, que a su vez estaba casado con Ana María de Recourt. Fue General de Artillería y castellano del Castillo de Amberes, donde falleció.

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Al anterior le sucedió su hijo Juan de Velasco y Recourt, hasta su fallecimiento en Bruselas en 1690 Fue Maestre de Campo General en los Estados de Flandes y General de Artillería así como castellano del Castillo de Gante.

 

 

En 1690 murió el último de los varones, por lo que la hija y sucesora, Doña Mariana de Velasco fue inicialmente condesa de Salazar, pero perdió su título de Condesa y sus propiedades en Castrillo en 1710 a favor de la rama principal, los Duques de Frías, que en adelante fueron los señores de la villa hasta 1812 con la Constitución de Cádiz y la abolición de los señoríos.

 

Si Castrillo Tejeriego había sido olvidada al residir los Condes en Flandes (su Palacio sufrió un notable deterioro), con la llegada de los Duques el olvido fue mucho mayor, porque al fin y al cabo Castrillo era una villa de menor importancia dentro de las numerosas que poseían (Frías, Briviesca, entre otras). El Palacio quedó absolutamente arruinado y sus piedras y arcos vendidos, desapareciendo la mayor parte del Palacio hacia 1733.

 

2.- POBLACIÓN Y ECONOMIA.- 

 

En esta época alcanzó Castrillo su máximo de población hacia 1500, llegando a tener 150 vecinos (unos 600 habitantes). El aumento de población estuvo motivado por el despoblamiento de La Sinova, que tenía la categoría de Villa, y llegó a poseer dos iglesias. Sabemos que los vecinos explotaban las dehesas de La Sinova, propiedad del Monasterio de Silos, en Burgos, por rentas moderadas. En dichas dehesas pastaban una gran cantidad de cabezas de ganado. Pero su suerte cambió cuando La Sinova fue vendida a un señor poderoso, Don Juan Velázquez de Cuellar, que fue Contador Mayor de los Reyes Católicos (algo así como el contable o ministro de Hacienda), quien después de largos pleitos consiguió su propósito de echar a los vecinos de Castrillo, no sólo de los pastos, sino también de tierras particulares. Parece sin embargo que los vecinos de Castrillo consiguieron (a cambio) correr los hitos (inicialmente debían de estar hacia el puente del molino actual) y ganar terreno en el valle a costa de perderlo en La Sinova. Desde entonces la suerte de La Sinova estuvo ligada a Villavaquerín, pues el señor de La Sinova era también señor de Villavaquerín.

 

 

Hacia 1558 la población había bajado a unos 120 vecinos, pero todavía vivían aquí muchas personas, aunque pobremente. Sabemos por una suerte de Inspector de Hacienda o escribano mandado por el rey a averiguar el estado económico de sus vecinos que su situación era mala: la mayor parte vivía de unas pocas tierras, algunas cabezas de ganado (ovejas), algunas viñas,y sobre todo la mayoría de cortar y vender la leña del monte en Valladolid, donde se utilizaba para calefacción. Todos los vecinos recibían una suerte de leña (“igual el rico que el pobre, el pobre que el rico”, decían con cierto énfasis) que luego vendían con una borriquilla en la corte de Valladolid.

Sin embargo la situación económica fue de mal en peor, al irse la Corte a Madrid y perder Valladolid muchos habitantes, Castrillo perdió su mercado de leña. La caída económica continuó hasta 1700 aproximadamente. Luego empezó una lenta mejoría, propiciada entre otras cosas porque los vecinos empezaron a poner en cultivo tierras o montes del Ayuntamiento. Al principio el Ayuntamiento multaba a los que se atrevían a “romper” los prados, como el de Valdelacasa, pero posteriormente fue aceptada esa forma de hacer, al menos tácitamente, de suerte que el que ponía en cultivo una tierra inculta pasaba a ser su poseedor, aunque tuviera que pagar una especie de renta o“quiñón” al Ayuntamiento.

En 1752 el Ayuntamiento de Castrillo contesta a una serie de preguntas hechas desde el Gobierno de Madrid en un cuestionario general que pretendía hacer un inventario de la riqueza de todos los pueblos, y que se conoce como Catastro del Marqués de la Ensenada.

Carlos Urdiales Recio ha escrito un interesante y ameno trabajo sobre este punto, concretamente sobre las Respuestas Generales, que puedes consultarlo en formato PDF o en WORD. Hay que recordar que existían unas respuestas particulares, relativas a las diferentes fincas del pueblo, que todavía no hemos encontrado y puede que estén perdidas para siempre. Puedes ver el texto original del Catastro referido a Castrillo.

 

 

3.- LA IGLESIA Y EDIFICIOS RELIGIOSOS.

 

 

1º.- LA IGLESIA.

 

 

Hablamos de la Iglesia como Institución. Tenía un gran poder y era la principal fuerza en el pueblo (junto con los señores) .

Todos los vecinos tenían que entregarle la décima partes de sus cosechas y ganados, es decir eldiezmo. Con el diezmo se pagaban a los curas del pueblo (1/3), al obispado de Palencia (1/3) y el tercio restante al Papa, que lo cedió al rey de España, y éste al Duque de Béjar, aunque un tercio de este último tercio , es decir 1/9, se retenía para reparaciones y mejoras del edificio o Fábrica de la Iglesia. Estos diezmo se almacenaban en la panera o troje de la Iglesia, cuyo edificio pasó a llamarse después Cilla o Tercia. El sistema continuó hasta 1838. Gracias a los libros de cuentas de los diezmos podemos reconstruir, aproximadamente, lo que se producía en Castrillo.

Además la Iglesia tenía ingresos por otros conceptos, como las primicias y novales, los derechos de sepultura dentro de la Iglesia, los honorarios de misas y oficios religiosos, y recibía bienes por testamento. También existían las Fundaciones, que eran bienes dejados por una persona para que con su producto se comprara, por ejemplo, aceite para que estuviera encendido siempre un Cirio en la Iglesia, o se dijeran misas por su alma.

Como muestra de su poder baste decir que tenía 13 clérigos y 1 sacristán. De los 13 clérigos, 4 eran sacerdotes o curas, 2 diáconos (les faltaba un grado para ser curas) 1 subdiácono (un grado menos) y 6 tenían órdenes menores (primer paso para ser curas). Hacia 1585 sin embargo hubo que reducir el número de clérigos al servicio de la Iglesia. Quedaron 3 curas, que luego se redujeron a 2 en el siglo XVII y finalmente a 1 en el siglo XIX.

La influencia o poder no sólo era económico, sino también cultural. Llegó a haber hasta 10 cofradías, cuya finalidad era puramente religiosa, hasta el punto que casi todos los hombres del pueblo eran miembros de varias cofradías. Cada cofradía a su vez tenía cabras, tierras y otros bienes para sostener su ermita o la imagen o celebrar la función de su patrón. Las más importante, excluida la de la Virgen de Capilludos, eran las de la Vera Cruz (cuyos cofrades se disciplinaban (azotaban) el viernes santo), y la de la Virgen del Rosario.

 

 

2.- EDIFICIOS RELIGIOSOS.

 

 

Quizá un poco a destiempo de la situación económica, se empezó a construir la actual Iglesia, en 1567, al lado de la antigua con un plano que dio Juan Sanz de Escalante, arquitecto del obispado. La construcción se prolongó hasta 1603, pero las fuerzas económicas llegaron justas, pues no dieron para hacer una torre de categoría acorde con el resto de la iglesia. La torre o espadaña se terminó en el siglo XIX.

Las piedras se sacaban de una cantera cercana y es tradición que se emplearon también las piedras del castillo. Sabemos que en 1585 sólo quedaba en pie “el casco” del castillo, y que los Velasco eran patronos de la Iglesia, y tenían que dar dinero para su construcción, luego es posible que decidieran desmontar el castillo y emplear sus piedras en la construcción de la Iglesia

Junto a la Iglesia, al Norte y separada por el antiguo cementerio, se construyó también por esta época la antigua panera o Cilla o Tercia de la Iglesia, en la que se almacenaba el grano y el vino de los diezmos. En 1844 fue expropiada, vendida y comprada por particulares.

En 1619 el primer Conde de Salazar fundó el Convento o Colegio de Santa Ana con su capilla o iglesia, en el Caño, junto a su Palacio, para que reposaran sus restos y los de sus antepasados. Es decir dotó al convento de una serie de rentas perpetuas con la condición de que los frailes cumplieran una serie de obligaciones, fundamentalmente decir misas por su alma. Entregó el Convento a una clase de frailes llamados “Clérigos Menores”, orden de origen italiano, cuyo fundador era San Francisco Caracciolo, posiblemente porque muy cerca de su casa en Madrid, en la Carrera de San Jerónimo existía un convento de la misma orden, hoy desaparecida de España. La Iglesia de dicho convento estaba unida por un pasadizo elevado a su Palacio, de forma que podía escuchar misa desde un balcón o tribuna sobre la capilla sin tener que salir de su casa.

Además de la ermita de la Virgen de Capilludos, hay que señalar que existieron otras 4 ermitas: La ermita de San Cristóbal situada en el cotarro del mismo nombre, frente al prado, antes llamado de Mazariegos; La ermita de San Andrés situada en lo alto del pico de la Dehesa, antes llamado Pico de San Andrés; La ermita de Santa Juliana, situada en cerca del puente de abajo, o puente de las viñas. Y finalmente la ermita de los santos Justo y Pastor.

 

3.- LA VIRGEN DE CAPILLUDOS y su ERMITA.

 

 

Quizá la Virgen de Capilludos es el principal signo de identidad de los habitantes de Castrillo, hasta el punto que la media luna con la que se adorna forma parte del escudo de Castrillo.

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Según cuenta la leyenda la Virgen se apareció a un serrano (de la sierra de Soria). El serrano había parado con su carreta de bueyes en las cercanías de la actual ermita para descansar, y allí vio a la Virgen en un roble; la metió en su capillo o capucha de su vestido con la intención de llevársela a su tierra, pero la Virgen volvía cada vez al roble de nuevo. Entendió por tanto el serrano que la Virgen quería quedarse en Castrillo y aquí se quedó comenzando la construcción de la ermita, que al principio sería un edificio modesto coincidente con la nave del Sur o de San Andrés.

En 1441 tenemos las primeras noticias sobre la Virgen de Capilludos y su ermita, ya que los monjes del monasterio de San Bernardo, en Valbuena, la consideraban de su propiedad, al ser los propietarios de la cercana granja de Jaramiel.

Por ello hubo un pleito famoso, que causó un gran impacto entre las gentes de Castrillo, ya que ha llegado hasta nuestros días, grabado en la memoria de sus habitantes, y plasmado en un verso popular

 

 

“Los monjes de San Bernardo

pusieron pleito y decían:

Si nos dais a esa Señora

La tendremos en estima”

 

 

El pleito efectivamente existió en 1441, aunque el obispo de Palencia falló en contra de los monjes; en 1444 hubo un segundo pleito, apelación del anterior, que finalizó con un acuerdo o transacción, en virtud de la cual los monjes reconocieron la propiedad de la Virgen y de la ermita a Castrillo, y el concejo de Castrillo les cedió, como compensación, 8 obradas (algo más de 3 hectáreas) de buen terreno junto al arroyo Jaramiel.

En los años de 1530 y siguientes su culto recibió un gran impulso con el fervor de Don Bernardino de Velasco y su esposa, que posiblemente donaron el actual retablo. Se hicieron mejoras en su templo y se le regaló la media luna de plata por el secretario de Don Bernardino llamado Juan Bautista Escobar.

En los años 1614 y siguientes se obtuvieron bulas del Papa, es decir privilegios, para los que se hicieran cofrades de su cofradía. Esto provocó una avalancha de cofrades de pueblos cercanos y otros más alejados. Y además, muchos nobles, cardenales, arzobispos, etc ... aunque todo era puramente nominal, pues con ser cofrades ya se obtenían los beneficios. Hay una gran tabla en la ermita donde estaban anotados esos cofrades nobles, entre los que destaca el Cardenal Ximenez de Cisneros, pero como se ha dicho no pudo ser aquel puesto que había fallecido un siglo antes. Dentro de dichos cofrades se puede señalar a nobles tales como los Marqueses de Montesclaros, de San Germán, de Cortes, la Duquesa del Infantado, el Duque de Terranova , el de Maqueda, el conde de Olivares, el de Saldaña, el de Villamediana.

También religiosos como el Cardenal Sandoval, el cardenal Melino, el cardenal Tilo Marino, el Arzobispo de Santo Domingo. El Padre General de los Clérigos Menores, Padre Joan de Guevara y el Provincial, padre Juan Vélez, canónigos de Valladolid, varios curas de los alrededores ; diplomáticos como el embajador de Parma (Italia) Don Flavio Auti; también hay representantes de la ciencia como el Doctor Luis de Mercado, famoso médico de Valladolid, que escribió tratados en su especialidad; del ejército, como el Capitán Espinosa o el capitán Pedro Mexía (quizá de la familia de los que durante el siglo pasado fueron alcaides del Castillo de Castrillo), funcionarios como el Contador (funcionario de Hacienda) Villasante , o jueces como el Relator Morales.

La lista la encabeza, naturalmente, don Bernardino de Velasco, conde de Salazar y su esposa Doña María Lasso de Castilla, señores de Castrillo.

En varias ocasiones posteriores los papas concedieron privilegios relacionados con la ermita.

La cofradía continuó siendo la mas activa y mejor dotada económicamente, y la única que ha pervivido hasta nuestros días, aunque hacia el año 1800 recibió un duro golpe al ser expropiadas sus tierras y sus cabras, y vendidas luego.

En esta primera mitad del siglo XIX debió decaer el fervor religioso paralelamente a los impedimentos legales para poseer bienes, tocando fondo esta tendencia en 1851 en que se redactaron nuevamente las Reglas de la Cofradía, por el cura de Castrillo Don Antonio Noya y se impulsó la devoción de la Virgen. En 1865 y 1879 se reescriben las Reglas y observamos que pueden entrar hombres o mujeres; se rebaja la entrada a 6 reales; la fiesta se amplía a tres días (lunes, martes y miércoles siguientes al domingo de pentecostés) y además al día 8 de Septiembre. La cofradía continúa en la actualidad, si bien limitada a los vecinos de Castrillo.