LA INQUISICIÓN EN EL CERRATO

 

 

La Inquisición tuvo presencia propia en El Cerrato, desde que el 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV le abrió la puerta en España con la bula “Exigit sincerae devotionis affectus”.

 

Esta presencia queda patente y visible, entre otras manifestaciones, en diversos escudos, como el del inquisidor Rodrigo Maté, Comisario del Santo Oficio de Valladolid, que puede verse en la fachada de la que fue su casa en Castrillo de Onielo, localidad en la que ejerció como sacerdote y en la que también existe una judería que conserva en su fachada imágenes como un ángel exterminador, un masoreta con la torá, unas tijeras de circuncisión…, y en la que no se conservan más símbolos porque los posteriores dueños de la casa destruyeron muchos de ellos en un intento de restar valor histórico al inmueble, por miedo a que se le expropiasen si tenía excesivo valor histórico.

 

 

 

 

Juderías (viviendas y barrios judíos, y por tanto objeto de persecución por la Inquisición) hubo varias en el Cerrato. En Palenzuela, donde convivieron en armonía cristianos, judíos y musulmanes, con sus respectivos estatutos, existió una de las más importantes de la provincia de Palencia; en la actualidad puede aún contemplarse en el denominado Barrio Nuevo. También en Encinas existió una judería.

 

En Dueñas, además de una judería con gran influencia en la población y mucho poder (tanto que contribuyó con 23.550 maravedíes a la guerra de Granada), se celebró en 1534 un Consejo General de la Inquisición.

 

En Magaz al parecer existió un potro de tormentos, aunque no he podido documentarlo.

 

En Valdecañas de Cerrato Tomás González Tevar, natural de la localidad, Comisionado del Santo Oficio que ejerció de canónigo racionero en Córdoba, creó en 1660 la “Obra Pía de Tevar”, a la que dotó de rentas en Tabanera de Cerrato, Villahán, Dueñas y Valdecañas, logrando más de 100.000 maravedíes anuales destinados a misas, dotes para huérfanos, pagos a maestros de escuela o ayudas para estudios universitarios. Estas rentas se depositaban en la iglesia de Valdecañas, en un arca con tres llaves, custodiadas por tres patronos-administradores perpetuos. En 1940 se redujeron sus dotes a 2.465 pesetas. En 1982 esta institución pasó a depender de la Dirección Provincial de Trabajo de Palencia, y en la actualidad sus fines se limitan a la celebración de actos de carácter religioso.

Juan de Tassis y Peralta, II Conde de Villamediana, sufrió un proceso secreto por parte de la Inquisición, al ser acusado de sodomía con algunos esclavos negros, considerada “crimen pessimun”. Posteriormente sería asesinado, al parecer para evitar el escándalo que este encausamiento inquisitorial suponía.

 

FAMILIAR DEL SANTO OFICIO

 

 

 

En algunos lugares del Cerrato existió también la figura del Familiar del Santo Oficio, una especie de inquisidor por delegación, delator y encargado de aplicar la jurisprudencia de la Inquisición en los lugares en los que no había Tribunal del Santo Oficio.

Esta figura existió en varias localidades cerrateñas, como Esguevillas de Esgueva, donde la Inquisición persiguió la creencia en la leyenda de la Fuente de la Mora; Valoria la Buena, donde ejercieron esa función José y Francisco González Guerra; Baltanás; Población de Cerrato, etc.

 

El investigador Juan Manuel Monge, en un estupendo trabajo publicado en la revista Camino Llano (nº 9, diciembre de 2010), ha documentado la presencia de esta figura en Baltanás, visible en un escudo fechado el 2 de abril de 1737, en el que aparecen la cruz, las armas de la Inquisición (una espada y una rama de olivo, que representan el trato a los herejes y la reconciliación con los arrepentidos respectivamente), el nombre de Agustín Puertas y la leyenda EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM. PSALM 73 (“Álzate, o Dios, a defender tu causa. Salmo 73”).

 

Agustín Puertas Núñez, nacido en Baltanás el 28 de agosto de 1702 y fallecido el 21 de agosto de 1767, ejerció de Familiar de la Inquisición en esta localidad.

 

Según indica Juan Manuel Monge, había varias categorías de Familiar del Santo Oficio. Por un lado, Familiar de a pie frente aFamiliar de caballo, siendo estos últimos pertenecientes a la oligarquía urbana, aportando prestigio social y apoyo político. Por otro lado, Familiar de número frente a Familiar Supernumerario,que eran los que estaban a la espera de que surgiera una vacante para pasar a ser oficiales.

 

Para ser Familiar de la Inquisición se requería limpieza de sangre, ejemplaridad de vida, vivir con honestidad, no realizar oficios considerados de clase baja ni actividades comerciales, no ser hijo ilegítimo, no ser extranjero, no ser clérigo y tener más de 25 años.

Ejercer de Familiar del Santo Oficio daba acceso a la hidalguía, además de otra serie de privilegios como portar armas, exención de gastos de guerra, etc.

 

Entre sus funciones, detalladas por Juan Manuel Monge en el citado trabajo publicado en la revista Camino Llano, figuran la vigilancia de sospechosos, la detención de herejes, la toma de testificaciones, el traslado de reos a prisión, colaborar en la revisión de establecimientos como librerías o de actividades de comercio exterior, controlar el cumplimiento de preceptos eclesiásticos, participar en actos del Santo Oficio (principalmente en los Autos de Fe).

 

Los Familiares del Santo Oficio eran coordinados y controlados por los Comisarios del Santo Oficio, que debían ser clérigos con al menos 40 años y ser previsores, prudentes, ejemplares en sapiencia y costumbres, y estar llenos de celo por la Santa Fe, según se contempla en el Directorio de Eymerich publicado en 1376. Tenían jurisdicción y gozaban de los mismos poderes que los Inquisidores Generales salvo el de dictar sentencias.

 

El propio Juan Manuel Monge habla en el mismo artículo de otro escudo sito en Baltanás que alude de forma indirecta a un Comisario. En este escudo aparece la flor de lis y una alusión al bachiller Don Francisco Núñez de Prada, sobrino-nieto de Francisco Álvarez de Prada, nacido el 2 de septiembre de 1582 en Baltanás, donde fue Beneficiado y Cura, siendo también Comisario del Santo Oficio en Valladolid, así como creador de la procesión de Nuestra Señora del Rosario el primer domingo de octubre.

 

Además de los citados, otros personajes baltanasiegos relacionados con la Inquisición fueronSancho de Mata y Acebes, Inquisidor General del obispado de Astorga (donde luego fue Obispo) y Vicario General e Inquisidor del Arzobispado de Zaragoza; Pedro Maté de Mendoza, Inquisidor en el Arzobispado de Zaragoza; Pedro Maté de Salcedo, Inquisidor General en Cartegena de Indias, siendo el primer inquisidor que mando la corona española a América; o Lorenzo Calvo de la Cantera, Inquisidor General de Llerena, de Valladolid y de la Suprema.

 

Como Comisarios del Santo Oficio: Juan Calvo  de la Cantera, Jose Sanz Puertas y Tomas Diago.

 

Como Familiares del Santo Oficio: Andrés de Ruizfernández, Manuel de Ruizfernández, Joaquín Puertas, Manuel Gutiérrez Calvo, José Atienza Mena y José Tristán Martínez.

 

EL CONJURO DE LA BRUJA

 

 

Roberto Gordaliza en su libro “Historias y Leyendas Palentinas”, relata una leyenda relacionada con la Inquisición, “El Conjuro de la Bruja”. Localizada en Vertavillo, cuenta que en una bodega apareció un manuscrito muy antiguo, que habría sido escondido allí para no ser descubierto por la Inquisición ya que relataba prácticas de brujería, en concreto un conjuro para atraer la lluvia. Dado que las novenas y rogativas al uso no habían surtido efecto y la pertinaz sequía seguía asolando los campos cerrateños, los habitantes del pueblo debatieron si cambiar dichas novenas y rogativas por el conjuro encontrado, con todos los temores propios de sustituir a la Providencia por el poder de las brujas. Y decidieron probar. El manuscrito decía que para que lloviera había que invocar a la bruja en una noche de luna llena, alrededor de un fuego, recitando el conjuro 7 veces mientras 7 doncellas vírgenes saltaran el fuego 7 veces; después apagarían el fuego con 7 chorros de vino agrio, y si todo había sido hecho correctamente pasados 7 días comenzaría a llover abundantemente.

 

Buscaron a 7 doncellas del pueblo y lo hicieron todo según el manual, recitando el conjuro que decía:

 

“Bruja de lata, ¡qué mala pata!

Bruja de paja, sube al cerezo,

rueda en la rama, bruja sin pelo.

Saca la escoba, prende la hoguera,

cara de gato, bruja de esparto.

Diente de araña, cola de sapo,

Noche de noche, sangre de hiena,

busca a la bruja, vuela que vuela.

Miente la piedra, llora la luna,

canta el diablo, ¡bruja, so bruja!

Yo te conjuro, sal de la cueva!,

bruja de lata, ¡deja que llueva!

 

Después apagaron el fuego como indicaba el manuscrito, y esperaron los 7 días. Pero ni gota de lluvia. Releyeron el manuscrito, convencidos de que algo habrían hecho mal, pero todo había sido correcto: la noche era de luna llena, la hoguera se encendió correctamente, el conjuro había sido recitado 7 veces, el vino estaba realmente agrio, las doncellas habían saltado 7 veces…, pero cayeron en la cuenta de un detalle que no podían asegurar que se cumpliera: ¿en verdad serían vírgenes las doncellas?

 

FRANCISCA HERNÁNDEZ

 

Villavaquerín y Castrillo Tejeriego albergaron episodios de la vida de Francisca Hernández una de las mujeres más famosas de la España de su época.

 

Nacida en Canillas (Salamanca), siendo beata franciscana conoce en 1517 en la capital charra al bachiller Antonio de Medrano, que estaba allí estudiando, iniciando con él una “estrecha relación”. Dado que el Santo Oficio castigaba las relaciones “escandalosas” entre las beatas y sus devotos, en 1519 incoa un proceso contra ella, citándola a comparecer ante el Tribunal de Valladolid el 15 de diciembre, quedando con arresto domiciliario en casa de don Bernardino Velázquez.

 

Antonio también fue detenido, acusado de poner las ideas de Francisca por encima de las de doctores teólogos. Ya por entonces el Santo Oficio sospechaba que ella tenía relación con losalumbrados o iluminados, secta de carácter místico relacionada con el protestantismo.

 

Dado que el Iluminismo no estaba aún perseguido, Francisca es absuelta, mientras a Antonio se le impone la prohibición de tener comunicación directa con ella. Pero la incumple, ya que Francisca se quedó a vivir en Valladolid en casa de Pedro de Cazalla y Leonor de Vivero (matrimonio luterano) y Antonio se instala en una vivienda cuya ventana da a la de ella, y con frecuencia la visita y pernocta con ella.

 

Este incumplimiento provoca que en 1522 Antonio sea desterrado a 5 leguas a la redonda de Valladolid, destierro que también incumple, por lo que es obligado a irse. Vuelve a Salamanca, donde es acusado de “deshonestidades” con mujeres y sospecha de herejía, por lo que también es expulsado de allí, yéndose a su pueblo, Navarrete (La Rioja), donde ejerce como sacerdote y clérigo beneficiado. Desde allí mantiene correspondencia con Francisca, y mediante mensajeros (unos familiares) le envía pañuelos y otras prendas.

 

Litigios con otros clérigos provocan su excomunión, y las denuncias de varias mujeres le llevan en 1526 ante el Tribunal de la Inquisición de Logroño. La falta de pruebas contundentes hacen que la sentencia sea leve: es obligado a abjurar de sus ideas, no predicar en privado (solo desde el púlpito), no dar la comunión a personas niñas, prescindir de su ama de llaves y pagar 100 ducados de multa.

 

Pero desde el Edicto de Toledo de 1525 la persecución del Iluminismo ya era oficial. Es considerado una secta herética por afirmar estar alumbrados o iluminados (de ahí el nombre) por la gracia de Dios, con quien tienen contacto directo a través del Espíritu Santo, lo que les llevaba a rechazar la autoridad y jerarquía de la Iglesia, así como sus dogmas. Siendo Dios quien dicta directamente su conducta, consideran que no es posible pecar, por lo que tampoco se someten a confesión.

 

En este contexto es detenido de nuevo Antonio de Medrano, acusado de epicureísmo y de cometer 35 delitos. Es condenado a tormentos, y las severas torturas que le son infligidas provocan que haga declaraciones referentes a Francisca: relata los goces “espirituales”, y “carnales, aunque con intención limpia”, así como conductas que los inquisidores consideraron perversiones: cocinar para ella, vestirla, calzarla, cortarle las uñas de los pies… En su descargo indicó que si Dios no se hubiera encarnado en Cristo lo hubiera hecho en Francisca, por lo que estar a bien con ella significaba estar a bien con Dios, cuando se enojaba era Dios quien estaba ofendido, y que en definitiva Francisca le hizo pensar que los gozos de la vida no eran incompatibles con las cosas de Dios, por lo que retozar con ella no lo tenía como pecado. Ello entronca con uno de los postulados del Iluminismo: la mezcla de una fe profunda con las pasiones de la carne.

 

Y es que Francisca Hernández sublimaba las pasiones y las fantasías de sus devotos, que se arrodillaban ante ella como si fuese una divinidad, pero a la vez ejercían con ella actividades libidinosas. Así, otro devoto suyo, Fray Francisco Ortiz, consejero de la Orden de San Francisco de Asís, “mamaba de sus pechos la leche del Espíritu Santo y vertía sobre ella el caudal de amor y ternura que sus votos le impedían dirigir hacia otras mujeres”, según relata Ángela Selke de Sánchez en su libro “El caso del bachiller Antonio de Medrano, iluminado epicúreo del siglo XVI”, del que están sacados los datos históricos.

 

Las acusaciones fueron en cadena y el 31 de marzo de 1529 es detenida Francisca. Encarcelada en Toledo, comienza un proceso inquisitorial contra ella que se prolonga hasta 1532, encontrando el Santo Oficio motivos para ajusticiarla.

Con ella cayó gran parte del grupo de erasmistas y luteranos de Valladolid, en el que estaba encuadrada.

Su gran amistad con Doña Catalina de Guevara, hija de los señores de Villavaquerín, propició que uno de los encuentros con Antonio de Medrano tuviera lugar en esta localidad. Además, Doña Catalina y su esposo, Don Bernardino de Velasco, señor de Castrillo Tejeriego, la acogieron en su casa de esta localidad en el verano de 1527 y allí vivió un año y medio para estar alejada de la epidemia de peste que sufría Valladolid.

Cuando fue apresada por la Inquisición, esta pareja de cerrateños la asistieron y se ofrecieron a depositar la fianza que fuese necesaria para librarla, según consta en la página web de Alfonso de la Fuente, www.castrillotejeriego.com.