QUEMANDO BILLETES EN HORNILLOS POR SAN BLAS

 

 

 

A José Luis Esteban, “Pepín”, de Baños de Cerrato, siempre se le dio bien la pintura. Y las bromas. En una ocasión le dio por pintar billetes de 100, 500 y 1.000 pesetas, con un realismo que costaba cerciorarse de que no eran de curso legal.

 

 

El día de San Blas, 3 de febrero, fiesta patronal en Hornillos de Cerrato, Pepín y varios amigos deciden ir a la fiesta. Había caído una gran nevada, muy propio de esta época, y contactan con José Mari, el taxista, para que los lleve a Hornillos y más tarde vuelva a recogerlos.

 

En Hornillos se ponen a jugar al bote de los arquilleros, quedándose casi sin dinero, por lo que piensan en volverse ya. Pero comienzan a hablar con unas chicas y van con ellas al bar. Ellas les insisten en que se queden al baile, ellos no pueden rechazar la oportunidad de ligue, y así la falta de dinero es cada vez más acuciante.

 

Hasta que Pepín exclama “¡¡será por dinero!!”, saca los billetes pintados y allí en el baile comienza a quemarlos. La gente, creyendo que era dinero de verdad, comienza a decirles “¿qué hacéis?, estáis locos, ¡¡con lo que cuesta ganarlo!!”.

 

Era la década de los año 60, cuando estaba en pleno apogeo el torero Manuel Benítez “El Cordobés”, y dado el parecido de uno de los chicos con este torero (pelo rubio, facciones similares…) se les ocurrió decir que eran familia de “El Cordobés” y por eso tenían tanto dinero que no les importaba quemarlo. La realidad era tan distinta, que no tenían dinero ni para pagarle a José Mari el viaje de vuelta en el taxi, se lo tuvieron que pagar tiempo después.

 

Tan realistas eran los billetes que un chico de Soto de Cerrato que estaba en el baile en Hornillos cogió uno de 1.000 pesetas que se había quemado solo un poco y lo guardó, creyendo que era de curso legal. Pocos días después fue a Venta de Baños a llevar remolacha a la azucarera (era agricultor), se encontró con Pepín y le dijo “te tengo que dar un billete que cogí en Hornillos el día de San Blas, le tengo en casa ¿estabais borrachos todos o qué os pasaba?, porque eso que hicisteis…”, y Pepín le respondió: “no te preocupes, quédate con él, y le miras bien”.

 

Las bromas y picias de Pepín y sus amigos eran sonadas, pero siempre simpáticas, sin daños y sin malicia.

Solían pinar el mayo y en una ocasión cortaron un chopo muy grande, lo que les costó una bronca y la obligación de reponer árboles, obligación que no cumplieron.

 

En otra ocasión en fiestas los quintos pusieron un chiringuito-bar para sacar dinero con el que costear una merienda en la chopera de la orilla del río con las chicas del pueblo. Tras la merienda cruzaron el río, hacia un paraje perteneciente ya a Hontoria, y cogieron uvas de unas viñas que había. El guarda los vio y ellos corrieron a cruzar el río de nuevo, sabiendo que el guarda no podría cruzarlo, por lo que desde la otra orilla se pavoneaban ante él. Pero no contaban con que un día el guarda fue a Baños, reconoció a algunos de ellos y los denunció. Ante la amenaza de multa, finalmente lo arreglaron amistosamente.

 

PETRODÓLARES

 

Años más tarde, concretamente en 1982, se celebró el Campeonato Mundial de Futbol en España. El Nuevo Estadio José Zorrilla de Valladolid era una de las sedes, albergando partidos del grupo D, disputando partidos Francia, Checoslovaquia y Kuwait, siendo la única participación de este país en un Campeonato del Mundo.

 

El día 21 de junio juegan Francia y Kuwait y en el minuto 80, cuando el marcador registraba el resultado de 3-1 favorable a los franceses, Alain Giresse se interna en el área kuwaití y sin oposición marca el cuarto gol de su equipo. Los jugadores kuwaitíes protestan al árbitro, el soviético Miroslav Stupar, alegando que se habían quedado parados porque habían escuchado un silbato y pensaban que la jugada estaba invalidada. Stupar no hace caso y concede validez al gol.

 

En ello estaban cuando desde la grada baja el jeque Fahad Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah (hermano del emir de Kuwait y presidente de la Asociación de Fútbol de Kuwait), con su chilaba y su turbante rojo. Se une a la protesta de los jugadores y ordena a estos que se retiren del partido. El árbitro, para evitar la retirada, atiende la protesta y anula el gol, aunque poco después Francia marcaría de nuevo. El suceso se saldó con la sanción a perpetuidad del árbitro y una fuerte multa para el jeque, que en la guerra del Golfo moriría en un ataque de Irak.

 

 

Esta anécdota, que se produjo siendo presidente del Real Valladolid el cerrateño Manuel Esteban, dio más notoriedad de la que ya de por sí tenía la presencia kuwaití en Valladolid, propició que la gracia y el arte de Pepín volvieran a ponerse de manifiesto.

 

Por aquel entonces Pepín pertenecía a la peña “Los Alegres”, de Baños de Cerrato, y les solicitó a las chicas de la peña que le ayudaran a disfrazarse de jeque. Le pusieron una túnica, un turbante y le pintaron la barba. De esa guisa, cogió una bolsa y la llenó de monedas sueltas de escaso valor, pesetas y algún duro, y salió a la calle. Los de la peña anunciaron que era el jeque kuwaití que aprovechando su estancia en Valladolid por el Mundial de Fútbol quiso acercarse a ver la basílica de San Juan de Baños.

 

Nadie en el pueblo reconoció a Pepín, tan disfrazado, mientras iba lanzando monedas a los chavales, que se peleaban por cogerlas, escenificando el tópico del kuwaití acaudalado que tira la casa por la ventana (los entonces famosos petrodólares).

 

Gran persona Pepín. Y con mucho sentido del humor.