RITA CLARA,  “LA ANDALUZA CUCHICHÍ”

 

 

El 17 de mayo de 1967, San Pascual Bailón, no sé si por casualidad o porque no podía ser de otra manera tratándose de una de las mejores bailaoras que ha dado esta tierra, nace en Venta de Baños (concretamente en la que llamaban Casa Vela), Ana Rita Ovejero Gutiérrez.

 

Su madre le ponía discos para tenerla entretenida y los que más efecto le hacían eran los de música más aflamencada. Con ellos se quedaba callada y bailando. Por tanto el flamenco le entró en vena desde la cuna, puede decirse. Tanto es así que su madre le decía, con sorna, “hija, parece que a ti te ha dejado una gitana en la puerta”.Por Reyes y por su cumpleaños los regalos siempre eran zapatos de taconear, o cualquier cosa relacionada con el flamenco.

 

En la escuela, cuando la maestra preguntaba qué querían ser de mayores ella siempre respondía “bailarina de flamenco”. Por entonces ni conocía la palabra “bailaora” que designa exactamente eso que quería ser. Y que es.Cuando tenía seis años en el colegio preguntaron quién quería participar en un festival infantil y se apuntó sin tan siquiera preguntar en casa si la dejaban. Solo dijo en casa: “mami, dame el vestido que me voy a actuar”. El festival era en el Patio Herreriano de Valladolid. Curiosamente otro de los niños que actuó ese día era Jesús Rodríguez, al que conoció allí y que hoy es su marido y guitarrista de su grupo de artistas. También su  hijo, Marcos, baila con ella.

 

Su firme determinación por ser bailaora (ahora ya conocía la palabra), la llevó a Andalucía, donde está la fuente del flamenco, para aprender la técnica de este arte.

Allí se forjó su nombre artístico. Aunque en casa siempre le han llamado Ana, para el baile prefirió el segundo nombre, Rita, más sonoro y más flamenco. Y lo de Clara surgió de los maestros y compañeros: en las clases de baile a las que asistía le decían “Rita, hija, qué clara eres”, o cuando alguien preguntaba algo le respondían “que te lo explique Rita, que es muy clara”. Así que entre eso y sus ojos azules, adoptó Rita Clara como nombre artístico.

 

Cuando alguien, admirando su valía, le preguntaba que de dónde era y ella respondía que de Palencia (no decía de Venta de Baños porque pensaba que no lo conocería nadie), se quedaban callados como diciendo “¿y cómo puede ser?” pues no concebían que no fuera andaluza. Hasta que un día, estando en casa del excelente guitarrista Mario Escudero, que era cuchichí (palabra del idioma caló que significa de padre gitano y madre paya o al revés), este le propuso que cuando le volvieran a preguntar respondiera que era de alguna localidad andaluza y que era cuchichí. Y así lo hizo: estando en Córdoba le preguntaron que de dónde era y dijo “soy de Jerez; bueno, me han criado arriba, porque mi padre es gitano y mi madre es paya”, y le respondieron “ay, ¡¡cómo se te nota en la sangre!!”.

 

 

De hecho, entre el público de sus espectáculos e incluso algún periodista es muy frecuente que den por sentado que es andaluza. Y cuando aclara que es de Palencia con frecuencia comentan “¡cómo va a ser de Palencia con ese arte!”. En una ocasión su tía estaba en la cola del baño del local en el que actuaba y al oírlo dijo “pues sí, es de Palencia, nació en Venta de Baños, yo lo sé porque soy su tía”.

 

Estando en Jerez en una academia de baile (una semana, pues no tenía dinero para estar más tiempo), asimiló tan bien y tan rápido los conocimientos, que los profesores la pusieron de ejemplo ante las alumnas autóctonas diciendo que allí, que siempre están diferenciando entre de Despeñaperros para arriba y de Despeñaperros para abajo, llega una del norte y les come la tostada.Tras esa semana en Jerez le propusieron integrarse en una compañía de ballet, pero no estaba muy convencida de quedarse porque quería explorar nuevos horizontes y darle a su baile personalidad y sentimiento propio. Aún así pidió una subvención para poder alargar el tiempo en Jerez, pero la administración nunca respondió a la solicitud y entre ello y el deseo de tener espectáculo propio, rehusó.

 

De hecho de su baile se ha dicho que es un compendio de la magia y el duende andaluces y la majestuosidad austera de la gente castellana, exponente de fuerza rítmica y trágica sensibilidad.

Precisamente por ese deseo de imprimir a su baile su propio espíritu, Rita Clara bebió de las fuentes de Vicente Escudero y de Carmen Amaya, a quienes solo ha podido conocer en video. De Vicente Escudero, por ser paradigma de baile con características propias, y de Carmen Amaya por ser una pionera que abrió las puertas del baile a las mujeres.

 

Como profesional ha actuado en los principales teatros de Francia, Bélgica, Italia, Japón, etc. Y ha cosechado galardones.

Tiene un espectáculo para niños, “Nana para despertar”, sobre el que además ha escrito un libro con el mismo título. Al contrario que las nanas convencionales, que son para dormir, esta es una nana para despertar. Para un niño que por las noches sueña con una bailaora, se despierta en el  mundo de los sueños y la bailaora le enseña a bailar, Después vuelve a dormirse en el mundo de los sueños para despertarse ya en el mundo real. Ambas cosas acontecen con una nana.

 

Otro espectáculo, “La dama blanca” versa sobre la droga. En él actúa vestida de blanco e invita a reflexionar sobre el drama de la libertad y la esclavitud que suponen las drogas. La idea de este espectáculo le surgió paseando por un parque y ver los efectos de la droga y el alcohol en la juventud: primero alegría, luego dependencia, y por último destrucción. Con antecedentes familiares de alcoholismo, lo que observó en aquel parque la impulsó a crear este espectáculo.

 

Además de sus actuaciones imparte clases de baile. Hubo un tiempo en el que dio clases en la Asociación Romí de Palencia, de payas y gitanas, y les hicieron un reportaje en el programa de TV “Línea 900”. También da cursos a personas marginadas socialmente, labor por la que ha recibido un premio.