LAS ELECCIONES EN ESGUEVILLAS DE ESGUEVA

 

Detalle del Reloj, escudo de piedra y de la Campana en el Ayuntamiento de Esguevillas.

 

En la época del bipartidismo entre liberales y conservadores, en Esguevillas de Esgueva ambas tendencias tenían las fuerzas muy igualadas. Tan solo un voto decantaba la balanza, y se conocía con antelación el resultado ya que todos sabían a quién votaría cada vecino.

 

Así, en vísperas de unas elecciones municipales en las que se sabía que ganarían por un voto los conservadores, estos tenían ya preparado el ágape de celebración en casa del virtual alcalde, con gran profusión de manjares y pasteles. La ocasión lo merecía.

 

Pero los liberales hablaron con el Tío Manuel, que era el cabo de serenos y alguacil, de quien se sabía que iba a votar a los conservadores. Le invitaron a una buena merienda en las bodegas y allí le prometieron que si cambiaba su intención de voto y votaba a los liberales, dando a estos la victoria, le propondrían a él como alcalde. La promesa era tentadora, ya que prácticamente suponía votarse a sí mismo.

 

Las votaciones eran el día siguiente a la salida de misa, y el soborno dio sus frutos: ganaron los liberales por un voto.  Al Tío Manuel le costó ser destituido del cargo de alguacil.

 

Parecidas circunstancias se produjeron en otra ocasión. Las fuerzas seguían niveladas y se sabía que ganarían los conservadores por un solo voto.

 

De nuevo los liberales urdieron una trama para cambiar el signo del resultado. Hablaron con el tío Rengue, un hombre que trabajaba de pastor por cuenta ajena en Olmos de Esgueva, y le propusieron que cuando fuera a votar rompiera la urna.

Llegado el día de las elecciones, el Tío Rengue le dice a su patrón, el dueño de las ovejas, que se iba a su pueblo a votar. El patrón le pregunta “¿a quien vas a votar?” y responde que a los liberales. La respuesta no le gustó al patrón, que era conservador, por lo que le advirtió que si votaba a los liberales le despediría. Al Tío Rengue no le importó demasiado, ya que los liberales le proporcionarían trabajo en los viñedos de Esguevillas.

 

En el momento de votar, al introducir la papeleta en la urna dio un golpe con la mano y la rompió adrede, tal como había acordado. Se armó tal alboroto que se tuvieron que suspender las votaciones y repetirlas una semana después, el domingo siguiente.

El todavía alcalde, Sabas (liberal), contactó con la Guardia Civil y asumió la responsabilidad de lo que pasase, solicitando que fuesen arrestados los causantes del alboroto.

 

El domingo siguiente, fecha de la repetición de las elecciones, para evitar incidentes llegó a Esguevillas un camión con una dotación de más de una docena de números de la Guardia Civil a las órdenes de un teniente. El caso es que entre el ambiente enrarecido por lo ocurrido la semana anterior, las presiones habida durante la semana, la presencia de tanto guardia civil…, hubo gente que no acudió a votar. Esa abstención favoreció que finalmente ganaran de nuevo los liberales.

La rivalidad entre conservadores y liberales hizo que incluso hubiera dos bailes en el pueblo, uno de liberales y otro de conservadores. En fiestas, cada uno llevaba una orquesta.

 

Se dio el caso de que Mari Cruz, una chica cuya familia era conservadora, y por tanto frecuentaba el baile de los conservadores, entablara noviazgo con Julio García, un vecino de militancia o simpatía liberal. Julio iba a buscarla y la sacaba del baile de los conservadores para llevarla al de los liberales, pero rápidamente iba su padre a por ella para que volviera al baile de los conservadores, y así una y otra vez.

 

Al final se casaron.

 

 

Ayuntamiento de Esguevillas, llamado Palacio Consistorial.

 

 

 

ESPIONAJE Y LA NOCHE DE LOS TIROS

 

En otras localidades cerrateñas también hubo disputas políticas llamativas.

 

En Villahoz se dieron casos de espionaje: una formación política ofrecía un garrafón de vino a quien se pusiera a escuchar debajo de la ventana de la otra cuando celebraba sus reuniones y luego contara lo que había escuchado.

 

Garrafón de 1 cántara (16 litros) 

 

En Castrillo Tejeriego aún recuerdan lo que quedó para la memoria como La noche de los tiros.

 

A principios del siglo XX, siendo alcalde Francisco Cortijo, al que denominaban el Tío Paco, no era posible desbancarle del cargo ya que compraba votos, creando una red de clientelismo político.

 

Ofrecía a las familias trigo. Según el número de miembros de la familia les daba una fanega o media fanega; cuantos más miembros más votos, así que tenía que remunerar en consecuencia.

 

Media Fanega

 

 

Los contrarios al Tío Paco (lo que hoy se llamaría oposición), encabezados por la familia Recio, estaban hartos de estas prácticas y una noche dispararon con escopetas desde la calle hacia varias ventanas de la casa de Francisco Cortijo. Este respondió disparando a su vez a los atacantes desde otra ventana.

 

Nadie pudo dormir esa noche en Castrillo Tejeriego. A la mañana siguiente hizo acto de presencia la Guardia Civil.

 

ElTío Paco, a quien también denominaban El Cacique, se marchó a Argentina. En Castrillo Tejeriego aún pueden verse sus iniciales en la fachada de piedra de la que fue su casa y escenario de La noche de los tiros.

 

 

Iniciales F.C. en la Plaza Mayor, número 5.

 

 

 

 

 

 

 

 

NOTAS: 

 

1.- Media fanega es una medida de capacidad para cereales (no de peso) como la de la foto. Ocupa un volumen de unos 55 litros y si se llenan de trigo pesará unos 22 kilos.  Por tanto una fanega de trigo son unos 44 kilos de trigo. Con cuatro medias fanegas se llena un saco que se guardaba luego en la panera o en el desván. Con un kilo de trigo salen aproximadamente 1,20 kilos de pan por lo que de una fanega de trigo salía una cantidad considerable de pan.

 

 

2.- Francisco Cortijo Rey, el más rico del pueblo en aquella época, vivía la noche de los tiros en la calle Real, número 2,  que aparece en la siguiente foto. 

 

 

 

Casa de Francisco Cortijo hacia 1905

 

Emigró a Argentina hacia 1906 junto con su segunda esposa Francisca de Aza y sus numerosos hijos, concretamente a una localidad llamada Rafaela en el norte, donde luego fueron después más emigrantes de Castrillo. 

 

Es probable que las razones para emigrar tuvieran que ver con el altercado de los tiros y la situación política de enfrentamiento con sus rivales políticos encabezados por la familia de los Recio. Máximo Recio fue también alcalde y vivía muy cerca, en la conocida como Casa de la Higuera o Casa de los Recio, pues allí habitaban desde hacía más de cien años los de ese apellido. Fue denunciado por malversación de caudales en su etapa de alcalde, procesado, y luego absuelto. Quizá por ello un hijo de éste, Estanislao Recio, empezó con los tiros a los que respondió Franciso Cortijo, pues sus casas estaban muy cerca y así estuvieron toda la noche en la que nadie pudo dormir.

 

 

Casa de la Higuera o Casa de los Recio.

 

 

 

 

 

Francisco Cortijo había comenzado la construcción de su futura casa de la Plaza Mayor que aparece en la foto donde puso sus iniciales encima de la puerta, pero sólo le dió tiempo a construir la planta de sótano, destinada a cuadras, y la  planta baja, que fue destinada durante unos años a panera. La casa  pasó a su hijo Horacio Cortijo de Aza (hijo de su primer matrimonio), que no emigró a Argentina y permaneció en Castrillo. La piedra, al parecer, provenía de una cantera de su propiedad en el Pico de la Dehesa,  de donde se sacó también por la misma época la piedra para hacer la carretera a Quintanilla y Villafuerte.  Durante varios años esa planta baja fue utilizada  como panera, y luego, quizá  hacia 1920, ya fallecido su hijo Horacio  (que murió  joven) la mujer  de éste Genara Muñoz, construyó la segunda planta y terminó la casa, para lo que utilizó piedra más blanda de una cantera de su propiedad en Piña de Esgueva, de donde era natural.

 

A la muerte de  Genara Muñoz la casa pasó a sus hijos Gerardo y Antonio Cortijo Muñoz. Depués, tras varias vicisitudes juidicales, la adquirió  el Alcalde (para el Ayuntamiento) hacia 1955 que la destinó a casa del médico en aquella época don Ignacio, y finalmente, en 1958, pasó a la familia  Sancho del Val, propietaria actual.

 

Casa de la Plaza, iniciada por Francisco Cortijo y terminada por Genara Muñoz.