EL FÚTBOL EN AMUSQUILLO

 

 

En Amusquillo había mucha afición al fútbol. No en vano alguien dijo que bajaban a Valladolid dos veces al año, en las fiestas de la capital y cuando jugaba el Athletic de Bilbao.

 

Como en otros muchos pueblos, en Amusquillo los chavales no podían jugar al fútbol en las eras porque estaban ajustadas por los pastores y no podían estropear la hierba, alimento de sus ovejas. Por ello el espacio donde se daban patadas al balón era una explanada junto a la iglesia, en la que antes hubo un cementerio.

 

 

 

Esa explanada era también usada para otros deportes y juegos, incluido las canicas. Los hoyos que se hacían para esto último propició que al jugar al fútbol aflorasen huesos humanos a pesar de que se echó una capa de tierra cuando el cementerio dejó de usarse.

 

Si no eran muchos a jugar, pintaban con tiza una portería en la pared de la iglesia, se ponía uno de portero y se formaban dos pequeños equipos que tiraban ambos contra ese portero común y se supone que neutral.

 

EL BALÓN COMUNITARIO Y EL  BALÓN-MELÓN

 

 

 

 

 

Los quintos cuando eran tallados hacían una fiesta en la que invitaban a los vecinos. Pero un año de la década de los 60 solamente hubo un quinto,

 

Angelito, e invitar él solo a todo el pueblo era inasumible económicamente, por lo que cambió la invitación por la adquisición de un balón “de reglamento” (así se decía cuando eran de cuero, similares a los usados en competiciones oficiales) para que jugasen los chicos del pueblo. Lo guardaba en casa de su tía, y quien quisiera jugar con él no tenía más que ir allí y pedirlo. Era por tanto un balón comunal.

 

Sin embargo los más pequeños seguían jugando con balones de goma. A Moisés Burgueño le trajo uno un tío suyo que vivía en Bilbao. Era un balón de color brillante, pero con el tiempo y las patadas fue perdiendo el color y se fue ahuevando ya que tenía poca consistencia (aunque le utilizaban para jugar al fútbol en realidad era un balón de voleibol). Pasó de balón (esférico) a melón.

 

 

MARCELO DE LA CAL

 

 

Y en esa época, concretamente el 5 de diciembre de 1962, nace en Amusquillo Marcelo de la Cal Mieres, quien se convertiría en el jugador federado más longevo.

 

Comenzó a jugar en el colegio Cristo Rey de Valladolid, donde fue a estudiar. Un año en categoría infantil y otros tres en categoría juvenil.

Ya senior, jugó 10 años en el Betis de Valladolid, donde tuvo de entrenador a Juan Pastor, que les hacía rezar un Padrenuestro en el vestuario pidiendo que no hubiera lesionados.

 

Desde 1990 militó en el C. D. Derecho, en el que estuvo nada menos que 30 años.

 

Su llegada a este equipo se debe a que unos primos, también de Amusquillo, estudiantes de Derecho, organizaron un trofeo que se repetía todos los años enfrentando al equipo de fútbol de Amusquillo contra el C. D. Derecho, y tras el partido celebraban una merienda. Así recaló Marcelo en este equipo, que le fichó.

 

Ha jugado principalmente de defensa, pero en tantos años ha experimentado todas las demarcaciones, incluido portero: siempre que faltaba el portero, o se lesionaba, él se ofrecía porque le gustaba, y en todas las categorías por las que ha pasado ha jugado alguna vez de portero.

En un partido tuvo que hacer de árbitro. Jugaban en Puente Duero y el árbitro no se presentó. Le llamaron y dijo que a él le habían notificado que el partido era el domingo, pero realmente estaba puesto en sábado. La Federación propuso que si los dos equipos estaban de acuerdo, hiciera de árbitro un jugador de un equipo en la primera mitad y uno del otro equipo en la segunda. Marcelo hizo de árbitro en la primera parte, y en la segunda jugó. El partido finalizó 2-2.

 

Estuvo 5 temporadas de entrenador-jugador. Cuando no había jugadores suficientes para completar el cupo máximo de fichas se hacía ficha él, y aunque tenían prioridad los jugadores-jugadores, siempre surgía la ocasión de jugar. Cuando llegó otro entrenador él seguía teniendo ficha si había cupo, y ahí se ha mantenido, jugando una temporada tras hora, aunque con los años es lógico pensar que en caso de duda siempre tiene preferencia un chaval joven, que va a tener mejor condición física, pero a lo largo de una temporada siempre tuvo ocasión de jugar un buen número de partidos.

Además de jugar, colaboró en las tareas del club, encargándose de labores burocráticas como por ejemplo tramitar las fichas.

 

En tanto tiempo como estuvo, vivió innumerables anécdotas.

Jugando en Fuente de la Mora (campo del C. D. Derecho) contra el Villalón vieron como un coche se salía de la carretera y saltaba la valla. Todos los jugadores acudieron en auxilio de los accidentados.

 

En un tiempo en que los campos de fútbol eran de tierra, no eran muchos los que se animaban a jugar, sobre todo en invierno, y costaba juntar a gente suficiente para formar un equipo. Por ello han llegado incluso a parar a ciclistas que pasaban por allí y proponerles que se pusieran a jugar al fútbol con ellos; dejándoles botas y camisetas. En otra ocasión convencieron para que jugara a un chico brasileño que había ido como simple espectador con su novia a verles jugar. Eran pequeñas trampas que hacían en las alineaciones.

 

Marcelo ha jugado en varias competiciones en la misma temporada. Los sábados en la liga interhospitalaria que disputaban las distintas secciones de los dos hospitales de Valladolid, Clínico y Residencia: Cirugía, Medicina Interna, etc., y él jugaba porque trabajaba en Iberdrola, empresa que tenía equipo en esta liga interhospitalaria. Los domingos por la mañana, si había escasez de jugadores en el C. D. Derecho “B” jugaba con ellos. Y los domingos por la tarde lo hacía con el primer equipo del C. D. Derecho. Durante dos años jugó además simultáneamente una liga de Fútbol Sala que se organizó entre las diferentes consejerías de la Junta de Castilla y León, en las que en cada equipo permitían participar a dos jugadores que no fuesen trabajadores de la Junta; él jugaba con el equipo de la Consejería de Sanidad, donde estaba su primo Samuel.

 

En total estuvo federado 44 temporadas, hasta 2020. La Federación de Castilla y León de Fútbol le hizo un homenaje en 2006 por su longevidad deportiva, sin saber que iba a seguir  muchos años más.

 

Con 57 años decidió dejarlo. En cualquier choque con un chico más joven podía salir peor parado y además cualquier lesión a esta edad es más difícil de solucionar.

 

No entrará en el record Guiness como el jugador de fútbol en activo más longevo del mundo porque hay quien le supera. El israelí Itzhak Hayk, que jugó de portero en el Maccabi Ironi or Yehuda, de la 5ª División de Israel, con nada menos que 73 años; y el egipcio Eez Eldin Bahder, que con 74 jugaba en el equipo 6 de Octubre, de la tercera división de su país. Otro egipcio tiene el récord del futbolista de más edad en disputar un Campeonato del Mundo: El Hadary, que disputó el Mundial de Rusia 2018 con 45 años.