SOTO Y HONTORIA, UNIDOS POR LA TRAGEDIA

 

 

 

 

Soto de Cerrato celebra sus fiestas patronales el día 13 de junio, fecha del fallecimiento de San Antonio de Padua, predicador y teólogo italiano, sacerdote de la Orden Franciscana. Dicho fallecimiento se produjo el 13 de junio de 1231, en la ciudad italiana que le da el sobrenombre y en la que existe una Basílica dedicada a él.

 

Un año después sería canonizado al reconocérsele 3 milagros o apariciones.

 

El primero, la aparición del Niño Jesús en su habitación cuando estaba rezando.

 

El segundo, el arrodillamiento de una mula ante el altar de una iglesia. Tras una discusión con un hereje fue retado a demostrar la presencia divina en la Eucaristía y para ello dejaron a una mula sin comer varios días, tras lo cual fue llevada a la iglesia y le pusieron un recipiente de heno, pero el animal ignoró la comida para postrarse de rodillas ante el altar.

 

El tercero, la impermeabilidad de sus seguidores. Eran tantas las personas que acudían a escuchar sus prédicas que no cabían en la iglesia, por lo que en una ocasión decidió predicar fuera del templo. Se desató una tormenta considerable y los fieles comenzaron a marcharse precipitadamente, ante lo que él les dijo que no se marcharan, que no se mojarían. Y la torrencial lluvia que cayó no les mojó.

 

En Soto adoptaron a este santo como patrón. Y como las fiestas patronales son el motivo y el momento en que las gentes de los pueblos reciben multitud de invitados, en Soto se cogió la costumbre de limpiar las casas en las fechas previas, para que los invitados las vieran pulcras.

 

Incluso movían los muebles para poder limpiar bien y blanquear las paredes. Hacían lo que se denomina jalbegar: blanquear las paredes con greda, una tierra muy blanca que se extraía en bloques que se disolvían en agua.

 

 

En Mayo de 1945 tres chicas y un chico cogieron la borriquilla del Señor Teodoro para ir a por greda a una gredera muy pura que había dentro de una cueva en un paraje denominado La Cuesta, en la carretera de Valle, ya en término municipal de Hontoria de Cerrato.

 

 

Al golpear con el pico para que cayera la greda se desprendió la peña de greda y sepultó a dos mujeres debajo, Nati de la Red y Luisa Sánchez Matía. La primera pudo liberarse, aunque tuvo que ser hospitalizada, pero la segunda no. El chico que las acompañaba, Narciso Carazo, regresó raudo a Soto a pedir ayuda. Cuando regresaron al lugar del suceso retiraron la mole de greda y piedras de encima del cuerpo de Luisa, y en ese momento falleció. Estaba reventada internamente pero mientras estuvo con todo el peso encima sus órganos se mantuvieron en su sitio, incluso hablaba pidiendo ayuda. Pero al quitarle el peso de encima dejaron de funcionar. Tenía tan solo 16 años.

 

 

El cadáver fue llevado a Hontoria, para practicarle la autopsia, y todos los chicos y chicas de Soto fueron a pie acompañando el cuerpo.

 

En Soto los niños al salir de la escuela se encontraron corrillos de mujeres en la plaza llorando. El día siguiente todo el pueblo de Soto fue a pie hasta Hontoria, a por el cadáver. En el camino, al pasar por el pago Las Derrumbadas (nombre debido a que es una cuesta que muchos años antes se desplomó), de tierra muy pegajosa, se desencadenó un nublado terrible, llegando a Hontoria calados y embarrados. Los vecinos de Hontoria prepararon estufas y hornachas para que sus convecinos de Soto se pudieran secar un poco.

 

También de Reinoso acudieron algunas personas a Hontoria, como una chica, llamada Pili (novia de un chico de Soto, Gonzalo), que fue en bicicleta, y con el nublado las ruedas se le quedaban pegadas a la tierrilla del camino y llegó a Hontoria sin zapatos.

 

En aquellos tiempos los muchos trámites legales requeridos hacían que fuera muy problemático trasladar un cadáver de un municipio a otro. Por ello el alcalde de Hontoria les propuso que la llevaran por el camino de Las Derrumbadas, evitando con ello transitar con el cadáver por la carretera. Así, el día siguiente, el 24 de mayo, todo el pueblo de Soto y todo el pueblo de Hontoria regresaron por el camino de Las Derrumbadas, relevándose los mozos con el ataúd a hombros hasta Soto.