CERRATO INSOLITO
PRESIDENTES DEL REAL VALLADOLID
GONZALO ALONSO, PALENTINO Y VALLISOLETANO.
Del Cerrato han procedido varios presidentes del Real Valladolid, como Manuel Esteban Casado, Pedro San Martín López y sobre todo, por duración e importancia, Gonzalo Alonso de Paz. Todos ellos además de forma consecutiva.
A Gonzalo Alonso de Paz en Valladolid le llamaban palentino y en Palencia vallisoletano. Aunque nacido en 1925 en Valladolid por motivos laborales de su padre, su familia materna era de Cevico de la Torre y él vivió desde los 18 meses hasta los 8 años con sus abuelos y sus tíos en Castrillo de Onielo, donde ejercían de maestros.
En esta localidad, estando con unos amigos vieron una mula atada a una reja. Uno de los amigos le dijo “Gonzalito, pínchala en el culo con esta vara”. Lo hizo, y la mula le atizó una coz impresionante que le causó una herida para la que le dieron una pomada que se llamaba Cusi. Días después su abuela le llevó a ver a una señora del pueblo que estaba enferma de cáncer, y Gonzalo le dijo a la señora que se diera la pomada Cusi, que iba muy bien.
Después fue a vivir con sus padres a Madrid, donde le hicieron socio infantil del Real Madrid. Pero tras presenciar un partido de 3ª División, muy tumultuoso, entre el Salamanca y el Real Valladolid, surgió su inclinación por los blanquivioletas.
A los 14 años se instaló en Valladolid, trabajando de aprendiz en Calzados la Pipiola.Allísuperó el tifus exantemático, transmitido por piojos, aunque su abuelo falleció contagiado por él.
El fútbol y el calzado serían su vida. No se cansaba de ver partidos de 1ª División, anotando los jugadores que destacaban y estableciendo contacto con futbolistas y equipos de la región.
Su siguiente destino laboral fue Palencia, como gerente de Calzados Prieto.
Un representante de calzado que se jubilaba le propuso llevar él la representación, y desde entonces su dedicación al mundo del calzado fue como representante, llevaba marcas conocidas.
Acudió como invitado al palco en un partido del Palencia F.C. y vio con extrañeza que el equipo local jugaba solamente con 10 futbolistas. Los directivos le explicaron que no contaban con más jugadores. Su respuesta: “hay que arreglar la situación”. “¿Cómo?”, le preguntan, y él: “no se preocupen, que el miércoles tiene un equipo nuevo”. Se fue a hablar con el secretario técnico del Real Valladolid, Héctor Martín, que era íntimo amigo suyo, y logró que cediera al Palencia 9 jugadores, con los que el equipo morado quedó campeón ese año, 1957, ascendiendo a 3ª División. En agradecimiento, Gonzalo recibió la Insignia de Oro del Palencia F.C.
El propio Real Valladolid le propuso tiempo después integrarse en el club como vocal y contador. “¿Pero qué tengo que contar aquí, si no hay ni un duro?”, respondió. Pero aceptó. Estuvo como contador desde 1971 hasta 1975 y posteriormente como tesorero.
Con él como directivo los blanquivioletas ascendieron en 1971 a 2ª División, tras pagar de su bolsillo (el club no tenía dinero para ello) una prima de 300.000 pesetas a los jugadores del Andorra para que vencieran a Osasuna (el otro aspirante al ascenso) en la jornada decisiva. Prima por ganar.
Después fue vicepresidente y poco después ya presidente, desde 1978, con el club arrastrando una deuda de 47 millones de pesetas. Se propuso sanearlo, y lo fue consiguiendo. Créditos bancarios, pagando las fichas de los jugadores al final de temporada en vez de al principio, y otras ideas innovadoras en aquel entonces.
En su primera temporada como presidente al Real Valladolid le faltó un solo gol para ascender a 1ª División. La siguiente lo logró holgadamente, 5 partidos antes de la finalización del campeonato. Ese año el Palencia también estaba en 2ª División, y el calendario deparó un enfrentamiento Real Valladolid – Palencia en el viejo campo José Zorrilla. Los blanquivioletas, ya ascendidos, no necesitaban los puntos y los palentinos necesitaban puntuar para no descender. Para evitar suspicacias y que alguien pudiera pensar que intentara beneficiar al Palencia (del que había sido directivo y tenía la Insignia de Oro), ofreció a sus jugadores un aumento de la prima que tenían estipulada por ganar: si normalmente era de 20.000 pesetas por cada victoria lograda, ese día les daría 25.000, pagando el aumento de su propio bolsillo.
Pero el resultado fue que el Palencia ganó 0-2, así que no hubo lugar. Y reconoció que se alegró del resultado, no por ahorrarse la prima sino por el Palencia, al que lleva en el corazón. Se declaró honrado a carta cabal: “primar por ganar las que sea, las que se hayan puesto a tiro, pero por perder jamás”.
EL MILAGRO ECONÓMICO
Dada la situación económica del Real Valladolid, la principal preocupación era la financiación. Hasta el punto de no tener dinero ni para comprar balones para el equipo filial. Pero Gonzalo Alonso se convirtió en un experto en obtener recursos.
En 1981 la liga terminó muy pronto, en Mayo, y se planteó que no podía estar sin ingresos tanto tiempo, hasta el inicio de la siguiente liga, por lo que tenía que buscar ingresos en esos meses. Dado que formaba parte de la plantilla el hondureño Gilberto, se le ocurrió organizar una gira por Sudamérica: Venezuela, Honduras, Costa Rica y El Salvador. En Honduras jugaron en el pueblo de Gilberto, San Pedro Sola, localidad cercana a la selva, lo que propició que acudiera al partido mucha gente con los racimos de plátanos para venderlos y sufragar así el precio de las entradas.
Un antiguo jugador del Valladolid, Viso, que estaba de taxista allí, les dijo que para ganar al Deportivo Saprissa tenían que correr mucho, pues este equipo venía de ganar 3-0 al Santos, el equipo de Pelé. Gonzalo Alonso se lo comunicó al vestuario antes de empezar el partido y salieron como motos. A los 20 minutos ya ganaba el Valladolid 2-0, por lo que Rusky y Joaquín tras celebrarlo se dirigieron al palco y preguntaron a Gonzalo: “presi, ¿seguimos corriendo o aflojamos un poco?”
La gira constaba de 7 partidos, a razón de un millón de pesetas cada uno, dinero suficiente para pagar las nóminas. En lo deportivo se saldó con 4 victorias y 3 empates.
En 1982 logró que a Valladolid le fuese adjudicada una sede para un grupo del Campeonato del Mundo, pese a que en principio no podía ya que la FIFA no permitía construir nuevos estadios sino remodelar los existentes, cosa que era imposible con el campo viejo, pues se encontraba en un estado lamentable. Pero su insistencia logró la adjudicación, que se construyera el nuevo y que el Real Valladolid tuviera más de 80 millones de pesetas de beneficios.
También consiguió para Valladolid la final de Copa de ese mismo año, entre el Sporting de Gijón y el Real Madrid.
En una eliminatoria de copa el sorteo le deparó al Real Valladolid enfrentarse al Martos. Una pésima noticia en lo económico, pues la ida se jugaría en Valladolid, sin afición visitante (de la provincia de Jaén no vendría nadie) y con poca asistencia de afición local (día laborable, un equipo con poco tirón…), y para la vuelta un viaje largo y caro. Pero Gonzalo Alonso intuía que le llamaría el presidente del Martos proponiendo el cambio de orden de los partidos, ya que a ellos también les convenía jugar primero en casa para que sin estar la eliminatoria presumiblemente sentenciada (dada la diferencia de categoría de ambos equipos), acudiera más gente. Esa llamada se produjo y Gonzalo aceptó la petición y aprovechó para solicitar como condición un cambio de fecha que permitiera al Real Valladolid aprovechar el viaje a Sevilla para enfrentarse al Betis en Liga y no pagar dos viajes a Andalucía. El presidente del Martos no solo aceptó sino que se comprometió a pagar él el alojamiento del conjunto vallisoletanos durante esos días en tierras andaluzas.
Para el partido de vuelta Gonzalo Alonso envió cartas a los comercios vallisoletanos con entradas a muy bajo precio para que ellos regalaran a sus clientes, a cambio de lo que ellos quisieran. Con ello logró llenar un aforo de 22.000 personas y recaudar 4 millones de pesetas, convirtiendo esta eliminatoria de Copa de algo ruinoso a un chollo.
Otra iniciativa para sacar dinero fue organizar una subasta a través de varias emisoras de radio. Así obtuvo 257.000 pesetas ofrecidas por una peña por un balón de apenas 800 pesetas. En una de estas emisoras, La voz de Valladolid, el locutor, José Miguel Ortega, le dijo que a las 11 de la noche había que cortar el programa para conectar con Madrid, pero a esa hora la subasta estaba en pleno apogeo y recibieron la llamada de la directora diciendo que ni se les ocurriera cortar ya que estaba siendo una bomba de audiencia. A las dos de la mañana seguía la subasta de balones, camisetas, pantalones, botas…, recaudando más de 2 millones de pesetas. El propio Gonzalo Alonso se quitó el reloj de oro que llevaba diciendo que lo subastaba, poniendo precio mínimo de salida 25.000 pesetas y diciendo que si no había nadie que las diera se le quedaba él pero aportando de su bolsillo las 25.000 pesetas para el club. Un oyente le se adjudicó ofreciendo 32.000 pesetas, pero cuando días después se pasó por la emisora a dar el dinero no quiso llevarse el reloj, diciendo que se lo que quedase Gonzalo por su gesto y por todo lo que había hecho por el club la noche de la subasta.
Ya casi al final de su mandato, de nuevo maquinó una estrategia para obtener beneficios. La televisión daba 25 millones de pesetas por televisar un partido de liga, y el elegido con el Real Valladolid como local fue el que recibía al Real Madrid. Ello suponía un grave perjuicio, ya que si se televisaba se perdía taquillaje y la posibilidad de declararlo Día del club (precios superiores y pagando también los socios). En total se calcularon las pérdidas en unos 30 millones de pesetas, una cuantía mayor a los 25 que recibiría de la televisión. Tras varios viajes a Madrid logró que el partido a televisar esa temporada fuera el que le enfrentaría al Athletic de Bilbao que servía como inauguración de nuevo estadio. Con esta gestión logró dos grandes taquillas (una por recibir el Real Madrid, otra por ser la inauguración del estadio) y los millones de la televisión.
El mandato de Gonzalo Alonso finalizaba en 1982 y no quiso presentarse a la reelección.
MANUEL ESTEBAN. EL MUNDIAL DEL JEQUE
A Gonzalo Alonso le sucedió en la presidencia blanquivioleta otro cerrateño, de Villafuerte de Esgueva: Manuel Esteban Casado.
Estuvo una única temporada, la 1982/1983, pero coincidió con la disputa del Campeonato del Mundo, del que el Nuevo Estadio José Zorrilla de Valladolid fue una de las sedes, concretamente del grupo D, en el que estaba encuadrada la selección de Kuwait, en lo que era su primera y hasta ahora única participación en un Mundial.
Ello propició acontecimientos memorables, como el camello que llevaban los kuwaitís como mascota a los partidos y en especial algo que no había ocurrido nunca ni ha vuelto a ocurrir en un partido de fútbol.
El día 21 de junio se enfrentaban las selecciones de Francia y Kuwait. Cuando el cronómetro marcaba el minuto 80 y el marcador registraba el resultado de 3-1 favorable a los franceses, Alain Giresse se internó en el área kuwaití y sin oposición marcó el cuarto gol de su equipo. Los jugadores kuwaitíes protestaron al árbitro, el ucraniano Miroslav Stupar, alegando que se habían quedado parados porque habían escuchado un silbato (que al parecer procedía de las gradas) y pensaban que la jugada estaba invalidada. Stupar no hizo caso y concedió validez al gol. En ello estaban cuando el jeque Fahad Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah (hermano del emir de Kuwait y presidente de la Asociación de Fútbol de Kuwait), bajó desde el palco hasta el césped con su chilaba blanca y su turbante rojo y rodeado de sus escoltas, para unirse a la protesta de los jugadores, a los que ordenó con aspavientos que se retirasen del partido. El árbitro, para evitar la retirada (hay quien dice que también porque observó que el jeque llevaba un cuchillo envuelto entre la túnica), atendió la protesta y anuló el gol, aunque tan solo un minuto después después Francia marcaría de nuevo. El suceso se saldó con la sanción a perpetuidad del árbitro, una amonestación a los organizadores españoles por no impedir que el jeque accediera al terreno de juego, y una fuerte multa para este último, que 8 años después moriría fusilado por Irak en la guerra del Golfo.
En el palco estaba ese día nuestro protagonista, Manuel Esteban Casado, como presidente anfitrión.
Este cerrateño polifacético fue también presidente de la Asociación de Cazadores y Pescadores de Valladolid, se dedicó a la venta de muebles y electrodomésticos en la famosa tienda Muebles Orientales y elaboró vino. Para esto último adquirió en 1985 en Valbuena de Duero la finca Montealto. Allí plantó viñedo y fundó la Bodega Montebaco, comercializando el vino por diversos países bajo las marcas Monte Baco y Semele. Este vino está integrado en la Denominación de Origen Ribera del Duero. Tras su fallecimiento, en 1996, se hicieron cargo de la bodega primero su mujer, María de los Ángeles Martín de la Rosa, y poco después su hijo Manuel.
PEDRO SAN MARTÍN LÓPEZ, MULTIFACÉTICO
Tras esa única temporada, a Manuel Esteban le sucedió al mando de la nave blanquivioleta en 1983 otro cerrateño, de Cevico de la Torre: Pedro San Martín López.
Salió de Cevico para hacer el servicio militar y no regresó.
Primero se instaló en Granada para trabajar en una farmacia que tenía allí su hermana.
Después, en 1961, junto con dos de sus hermanos, emigró a Suiza, donde presidió el Club Español existente en el cantón de Thurgau. El Club Español era un club social que organizaba encuentros gastronómicos, sesiones de cine, contaba con biblioteca, etc., para mantener nexos entre los emigrantes españoles en Suiza.
En 1967 regresó y se instaló en Valladolid, dedicándose principalmente a la construcción. Se casó con María del Carmen Gutiérrez, hija del propietario de las bodegas Hijos de Alberto Gutiérrez. Realizó cursos de viticultura y de enología, integrándose en el Consejo de Administración de la bodega, de la que finalmente llegó a ser Presidente, hasta su fallecimiento a causa de una caída el 27 de marzo de 2020, cuando contaba 85 años de edad.
Su presidencia del Real Valladolid fue efímera ya que la normativa le exigía avalar el presupuesto con su patrimonio personal. Él había prometido a su mujer no avalar nada, y para cumplir su promesa tuvo que abandonar el cargo el mismo año que lo había asumido.
GONZALO ALONSO, EL REGRESO
El club había regresado a la senda de las deudas, por lo que le pidieron a Gonzalo Alonso que regresara. Y lo hizo. En esta segunda etapa el Real Valladolid logró el único título de su historia, la Copa de la Liga, venciendo en la final al Atlético de Madrid el 30de junio de 1984 con un Nuevo Estadio José Zorrilla abarrotado.
Las recaudaciones en taquilla aumentaron y volvieron sus argucias para lograr financiación.
Por ejemplo convenció a los jugadores para que aceptaran rebajarse la alta ficha que tenían a cambio de pagarles las primas por resultados en efectivo en el mismo vestuario tras los partidos.
También hacer una derrama entre los socios que sería descontada de las cuotas de las 4 temporadas siguientes, así como obtener una comisión de Caja Salamanca si ofrecía a los socios imposiciones a plazo fijo en esta entidad.
Se despidió del fútbol con la organización de la final del Campeonato de Europa Sub-21entre España e Italia, el 30 de Noviembre de 1986 en el Nuevo Estadio José Zorrilla, con victoria de los primeros. Este partido, que registró otro lleno histórico en las gradas, le fue concedido a Valladolid por parte de la Federación precisamente por ser la despedida de Gonzalo Alonso del mundo del fútbol.
Tras la finalización del encuentro los jugadores le dieron una camiseta firmada por todos ellos y con el dorsal nº 11 ya que era el que vistió Llorente, natural de Valladolid.
Tras el partido, José María García, el más famoso periodista radiofónico de la época y que sentía gran aprecio por Gonzalo Alonso, al que denominaba “el zapatero”, le llevó en moto a la emisora de Antena-3 para que se despidiera en antena del mundo del fútbol.
En 2003 recibió la Insignia de Oro y Brillantes del club. En su trayectoria se hizo acreedor de decenas de placas de reconocimiento de muchos equipos y peñas.
Falleció el 19 de junio de 2020, a los 95 años de edad.